Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Hostelería

5 de julio de 2025 a las 02:05

Europa dice adiós a las cuentas separadas

La revolución digital ha transformado nuestras vidas de maneras inimaginables, y el sector de la hostelería no es la excepción. La proliferación de apps de pago y la comodidad de las tarjetas contactless han simplificado enormemente las transacciones, agilizando el proceso de pago y reduciendo las colas. Sin embargo, esta aparente modernización choca frontalmente con una tradición arraigada en muchos países: la de dividir la cuenta entre comensales. Y es que, aunque la tecnología nos permita pagar individualmente con un par de clics, la realidad operativa de bares y restaurantes presenta un panorama más complejo.

Imaginen la escena: un grupo de amigos disfruta de una animada cena. Llega el momento de pagar y, en lugar de una transacción rápida y eficiente, comienza un ballet de tarjetas, móviles y peticiones individuales. "Yo pago lo mío y la mitad de la ensalada", "Ponme 20 euros", "Mejor pago con Bizum"… La cuenta, antes un simple trámite, se convierte en un quebradero de cabeza para el camarero, que debe lidiar con múltiples pagos, propinas separadas y la posibilidad de errores. Este proceso, multiplicado por varias mesas, puede generar retrasos considerables, ralentizar el servicio y afectar la experiencia de todos los clientes.

La controversia surge ante la creciente tendencia de algunos establecimientos, especialmente en zonas turísticas como Málaga o Barcelona, de prohibir directamente el pago fraccionado. Carteles que anuncian "No se divide la cuenta" se han convertido en un elemento habitual, generando debate entre quienes lo consideran una medida necesaria para optimizar el servicio y quienes defienden el derecho del consumidor a pagar como desee.

Legalmente, la situación es ambigua. No existe una normativa específica que regule esta práctica, dejando un vacío legal que dificulta la resolución de posibles conflictos. Organizaciones de consumidores, como la OCU, recomiendan a los establecimientos informar con claridad sobre su política de pagos para evitar malentendidos y situaciones incómodas. La transparencia y la comunicación se presentan como claves para gestionar esta delicada situación.

Más allá de la legalidad, subyace una cuestión de fondo: ¿hasta qué punto la eficiencia del servicio debe prevalecer sobre la comodidad del cliente? ¿Es razonable sacrificar una costumbre socialmente aceptada en aras de la optimización del trabajo? El debate está servido y promete generar controversia en los próximos meses. Mientras tanto, la digitalización y la tradición continúan su particular pugna en las mesas de bares y restaurantes.

Por otro lado, la experiencia de los propios trabajadores del sector aporta una perspectiva crucial a este debate. "Es un caos cuando cada uno quiere pagar lo suyo, especialmente en grupos grandes," comenta un camarero de un conocido restaurante barcelonés. "No solo se pierde mucho tiempo, sino que también aumenta la posibilidad de errores en la caja. Al final, perdemos tiempo y dinero."

El testimonio de este profesional refleja la presión a la que se ven sometidos los camareros, quienes deben gestionar no solo la toma de pedidos y el servicio de mesas, sino también un complejo proceso de cobro que puede convertirse en una auténtica pesadilla. En un sector marcado por la precariedad laboral y la alta rotación de personal, la simplificación de tareas como el pago se presenta como una necesidad imperiosa.

Ante este panorama, la búsqueda de soluciones se vuelve crucial. Quizás la respuesta no sea una prohibición tajante, sino la implementación de sistemas que faciliten el pago individual sin comprometer la eficiencia del servicio. Apps que permitan dividir la cuenta digitalmente, terminales de pago en cada mesa o la promoción del pago con tarjeta o móvil podrían ser algunas de las alternativas.

En definitiva, el futuro del pago en la hostelería se presenta como un escenario en constante evolución, donde la tecnología y la tradición deberán encontrar un punto de equilibrio. Mientras tanto, la conversación continúa abierta y la búsqueda de la solución perfecta sigue en marcha. ¿Será el fin de la cuenta compartida o encontraremos la fórmula mágica que satisfaga a todos? El tiempo lo dirá.

Fuente: El Heraldo de México