
4 de julio de 2025 a las 10:00
El Secreto de BYD
La pérdida de la inversión de BYD, que prometía una planta automotriz de mil millones de dólares y un futuro brillante para México, nos deja con un sabor amargo y una serie de interrogantes cruciales. La promesa, hecha en junio del año pasado, se desvaneció en el aire, dejando al descubierto no solo la falta de agilidad del gobierno anterior, sino también la fragilidad de nuestra posición en el tablero geopolítico global.
Analicemos la cronología de los hechos. Junio de 2024: Jorge Vallejo, Director General de BYD México, confirma la millonaria inversión y la inminente elección de la ubicación. Septiembre de 2024: la fecha límite para el anuncio se acerca, pero el gobierno mexicano no concreta la operación. En ese momento, la administración anterior aún tenía la oportunidad de asegurar la inversión, incluso de imaginar un evento con el expresidente López Obrador colocando la primera piedra. Una imagen poderosa, sin duda, que hubiera enviado una señal clara al mundo sobre la confianza en México como destino de inversión. Pero la oportunidad se perdió.
La inacción del gobierno tuvo consecuencias. BYD, en modo de espera, observó las prioridades de la administración mexicana y el posterior triunfo de Donald Trump en Estados Unidos. El cambio en el panorama político estadounidense añadió un nuevo nivel de complejidad, y la inversión, que antes parecía segura, empezó a tambalearse. Finalmente, la noticia que nadie quería escuchar: BYD cancela la planta en México. Mil millones de dólares que se esfuman, empleos que no se crearán, y una oportunidad perdida para impulsar el desarrollo económico del país.
Esta historia nos deja varias lecciones dolorosas. Primero, confirma la incapacidad del gobierno anterior para atraer grandes inversiones automotrices. A pesar de los discursos y las promesas, ni Tesla ni BYD se instalarán en México. Mientras tanto, otros países, como Hungría, reciben con los brazos abiertos estas inversiones, atrayendo centros de investigación y desarrollo que generan miles de empleos altamente calificados. ¿Por qué ellos sí y nosotros no?
Segundo, la falta de rapidez del gobierno mexicano debilitó su posición frente a Estados Unidos. Si la inversión de BYD hubiera estado en marcha, habría sido más fácil defenderla ante las presiones del gobierno estadounidense. Incluso, se podrían haber utilizado ejemplos de inversiones chinas exitosas en Estados Unidos, como la de Longi en Ohio, para argumentar a favor de la planta en México. Pero sin una inversión concreta, la defensa se volvió imposible.
Tercero, la narrativa gubernamental mexicana sigue atada a la estadounidense, lo que limita nuestra soberanía comercial. La cancelación de la planta de BYD, motivada por el contexto geopolítico, demuestra nuestra vulnerabilidad. Como reveló Stella Li, Vicepresidenta de BYD, la decisión se tomó en base a consideraciones geopolíticas. No hubo velocidad, no hubo argumentos sólidos, y no hubo una narrativa propia que defendiera los intereses de México.
En resumen, la pérdida de la inversión de BYD es un síntoma de problemas más profundos: falta de agilidad, dependencia de la narrativa estadounidense, y debilidad en la defensa de nuestra soberanía comercial. Es una llamada de atención que nos obliga a reflexionar sobre cómo atraer inversiones, fortalecer nuestra posición en el mundo, y construir un futuro económico más próspero.
Fuente: El Heraldo de México