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4 de julio de 2025 a las 09:30

El Regreso del Magnate

La sombra de la controversia se cierne sobre la recién aprobada ley fiscal en Estados Unidos. Un proyecto que, impulsado por la mayoría republicana en el Congreso, ha logrado navegar contracorriente a pesar de la fuerte oposición pública. El debate se centra en los beneficiarios de esta reforma: mientras sus defensores argumentan que impulsará la economía, las voces críticas denuncian un claro sesgo hacia los más ricos y las grandes corporaciones, a costa de programas sociales vitales para millones de estadounidenses.

Los recortes a programas como Medicaid y la Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP) han encendido las alarmas. Familias que dependen de estas ayudas para subsistir se enfrentan a un futuro incierto, con la amenaza de perder el acceso a servicios básicos como atención médica y alimentos. El contraste es aún más agudo si se considera el aumento significativo en los fondos destinados al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y a los centros de detención para migrantes. Esta decisión ha generado una oleada de indignación, con acusaciones de priorizar la seguridad fronteriza sobre el bienestar de los ciudadanos más vulnerables.

Las encuestas reflejan el malestar generalizado. Un 55% de los estadounidenses rechaza la ley, una cifra que pone en evidencia la desconexión entre las decisiones políticas y la voluntad popular. Si bien la aprobación de la ley se interpreta como una muestra del control de Donald Trump sobre el Partido Republicano, la impopularidad de la medida podría tener consecuencias a largo plazo. La imagen de un presidente que favorece a las élites a expensas de la clase media y baja podría erosionar su base de apoyo y generar fracturas dentro del propio partido.

El debate sobre la inmigración añade otra capa de complejidad al panorama político. La asignación de 171 mil millones de dólares al control fronterizo y la lucha contra la inmigración indocumentada, temas centrales en la campaña de Trump, se produce en un momento de creciente tensión social. Las imágenes de familias separadas en la frontera y las redadas migratorias han generado un rechazo generalizado, con un 56% de los estadounidenses desaprobando la forma en que el ICE lleva a cabo las deportaciones. El envío de tropas de la Guardia Nacional a Los Ángeles para responder a las protestas contra las redadas migratorias fue otra decisión controvertida, con un 55% de los votantes expresando su desacuerdo.

A pesar de la oposición, Trump se mantiene firme en sus políticas. Con el control del Congreso y del Poder Judicial, el presidente parece tener las riendas del poder. Sin embargo, la creciente impopularidad de sus decisiones, combinada con las tensiones internas within el Partido Republicano, podrían debilitar su posición a largo plazo. El futuro político de Trump, y el rumbo que tomará el país, dependerán en gran medida de su capacidad para responder a las demandas de una sociedad cada vez más polarizada. La pregunta es si el presidente escuchará el clamor popular o continuará por el camino trazado, a riesgo de profundizar las divisiones que ya fracturan a la nación.

Fuente: El Heraldo de México