
4 de julio de 2025 a las 09:30
Domina el arte de disentir
La creciente desigualdad económica, un fenómeno global que concentra la riqueza en manos de una élite minoritaria, se ha convertido en el caldo de cultivo perfecto para el auge de los populismos. Mientras Oxfam alerta sobre la abismal brecha entre el 1% más rico y el 95% restante de la población mundial, dos corrientes populistas emergen con fuerza, aunque con enfoques diametralmente opuestos: el reaccionario de derechas y el progresista de izquierdas. Ambos comparten la estrategia de movilizar a las masas para desafiar el poder establecido, tal como lo describe el activista Jonathan Smucker. Sin embargo, la clave reside en cómo cada uno define al "pueblo" y a la "élite".
La izquierda populista señala al neoliberalismo como el culpable del deterioro de las condiciones de vida de la clase trabajadora, construyendo un discurso inclusivo que trasciende las barreras de raza, religión, género o nacionalidad. En contraste, el populismo reaccionario, sirviendo a los intereses de las élites económicas, desvía la atención del problema real, dirigiendo la frustración popular hacia chivos expiatorios: minorías étnicas, inmigrantes, grupos vulnerables. Figuras como Trump o Milei ejemplifican esta estrategia, transformando el descontento económico en un conflicto cultural, alimentando miedos y prejuicios.
El ejemplo de Estados Unidos en 2024 ilustra las consecuencias de esta manipulación. La victoria de Trump se cimentó, en parte, en la incapacidad del Partido Demócrata para conectar con las preocupaciones económicas de la clase trabajadora. Mientras la agenda "woke" dominaba el discurso demócrata, las necesidades materiales de la población quedaban relegadas a un segundo plano. Este desencuentro abrió la puerta al discurso divisivo de MAGA, fragmentando la unidad de la clase trabajadora.
En contraposición, el modelo mexicano, con la consolidación de MORENA bajo el liderazgo de AMLO y posteriormente Claudia Sheinbaum, demuestra el potencial del populismo económico. Priorizando el bienestar colectivo y las políticas sociales, MORENA ha logrado mantener un fuerte apoyo popular, a pesar de impulsar también una agenda de derechos individuales.
El reciente triunfo de Zohran Mamdani en las primarias demócratas para la alcaldía de Nueva York ofrece un rayo de esperanza en el panorama estadounidense. Su campaña, centrada en la reducción del coste de la vida, resonó con fuerza entre los votantes, incluso aquellos de altos ingresos. Este resultado podría marcar un punto de inflexión en la estrategia demócrata, reorientando el foco hacia las preocupaciones económicas de la población.
La "manufactura del disentimiento", término que describe la estrategia de las élites para dividir y controlar a la población, es la raíz de la crisis social actual. Ante este panorama, la pregunta que se planteaban los intelectuales de la Escuela de Frankfurt tras la Segunda Guerra Mundial cobra una nueva vigencia: ¿Por qué la clase obrera elige el fascismo en lugar del socialismo? La respuesta, quizás, reside en la capacidad de las izquierdas para conectar con las necesidades reales de la población. Si la izquierda abandona a la clase trabajadora, el populismo reaccionario, con su arsenal de miedo y división, estará listo para recoger los frutos de ese abandono. La historia nos enseña que la desunión es el terreno fértil para el autoritarismo. La unidad, en cambio, es el camino hacia la justicia social y la democracia.
Fuente: El Heraldo de México