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4 de julio de 2025 a las 21:30
Crisis de agua en Querétaro tras tormenta
La furia de la naturaleza puso a prueba la infraestructura queretana el pasado jueves, dejando al descubierto una preocupante realidad: la vulnerabilidad del flamante Paseo 5 de Febrero ante las inclemencias del tiempo. La tormenta, que azotó con fuerza la zona metropolitana, no solo inundó calles y avenidas, sino que también expuso las deficiencias operativas del sistema hidráulico de esta megaobra, orgullo de la administración estatal y considerada crucial para la movilidad de la capital.
El corazón del problema radica en el colapso del cárcamo de rebombeo de San Diego, pieza fundamental en el engranaje del drenaje pluvial. La acumulación de basura, según las declaraciones del coordinador estatal de Protección Civil, Javier Amaya, impidió el funcionamiento de las bombas, provocando la inundación del paso deprimido y el caos vial en una de las arterias principales de la ciudad. Imaginen la escena: un torrente de agua embravecida, incapaz de encontrar salida, convirtiendo el moderno paso a desnivel en una auténtica piscina.
La imagen es impactante y deja un sabor amargo, sobre todo si consideramos la millonaria inversión destinada a la segunda etapa del Paseo 5 de Febrero. Hablamos de 6 mil 600 millones de pesos, una cifra que, en teoría, debería garantizar la eficiencia y la resiliencia del sistema. Sin embargo, la realidad se impuso con la fuerza de la naturaleza, demostrando que la obra, a pesar de su magnitud, presenta puntos débiles que requieren atención urgente.
La pregunta que surge de inmediato es: ¿dónde está la falla? ¿En la planificación, en la ejecución, o en la supervisión? La acumulación de basura en el cárcamo apunta a una posible deficiencia en el mantenimiento o en la previsión de sistemas de filtrado. Más allá de las explicaciones técnicas, lo cierto es que la situación genera inquietud y desconfianza en la ciudadanía, que ve cómo una obra de tal envergadura sucumbe ante una tormenta.
Mientras los equipos de emergencia trabajan a contrarreloj para restablecer la normalidad, bombeando el agua y limpiando el sistema, la polémica está servida. La crítica se centra en la aparente desproporción entre la inversión realizada y la fragilidad demostrada por la infraestructura. El caso del cárcamo de San Diego se convierte en un símbolo de la necesidad de priorizar la eficacia y la funcionalidad por encima de la magnificencia de las grandes obras.
Afortunadamente, el pronóstico meteorológico ofrece un respiro. Se esperan lluvias ligeras para los próximos días, lo que permitirá avanzar en las labores de reparación y evaluación de daños. Sin embargo, la lección aprendida es valiosa y debe servir para replantear estrategias y garantizar que las futuras inversiones en infraestructura sean verdaderamente eficaces y resistentes a los embates de la naturaleza. El reto está planteado: convertir el Paseo 5 de Febrero en un ejemplo de resiliencia y no en un recordatorio de la vulnerabilidad ante las fuerzas de la naturaleza.
Fuente: El Heraldo de México