El aura de misterio que envuelve la muerte de Natalie Wood, una de las estrellas más brillantes de la época dorada de Hollywood, continúa cautivando y perturbando al público décadas después. Su trágico final, en las frías aguas de la Isla Santa Catalina, lejos de las luces y el glamour que la definieron, dejó tras de sí un legado de preguntas sin respuesta y especulaciones que se niegan a desvanecerse.

La imagen de la actriz, protagonista de clásicos inolvidables como "West Side Story" y "Esplendor en la hierba", flotando sin vida cerca del yate "Splendour", se grabó a fuego en la memoria colectiva. Aquella noche de noviembre de 1981, a bordo de la embarcación junto a su esposo, Robert Wagner, y su compañero de reparto Christopher Walken, se tejió una trama de eventos confusos y contradictorios que aún hoy alimentan las teorías conspirativas.

La versión inicial, que apuntaba a un accidente producto de la ingesta de alcohol y una caída accidental al agua, se desmoronó ante las evidencias de moretones y una abrasión en el rostro de la actriz. Estos detalles, revelados por el forense, abrieron la puerta a un torrente de interrogantes y sospechas que señalaban directamente a su esposo, Robert Wagner. Las declaraciones de testigos que aseguraban haber escuchado una acalorada discusión entre la pareja aquella fatídica noche añadieron leña al fuego de la controversia.

A pesar de ser declarado "persona de interés" por las autoridades, Wagner nunca fue acusado formalmente. Sin embargo, la sombra de la duda persiste, alimentada por sus propias admisiones sobre la discusión con Natalie y por la posterior modificación del certificado de defunción de la actriz, que pasó a indicar "ahogamiento y otros factores indeterminados". Esta ambigüedad, lejos de aclarar las circunstancias del fallecimiento, solo ha profundizado el enigma.

La supuesta maldición de "Rebelde sin causa", película que catapultó a Natalie Wood al estrellato junto a James Dean, añade un elemento casi sobrenatural al misterio. La trágica muerte de Dean en un accidente automovilístico y el posterior asesinato de Sal Mineo, otro de los protagonistas del film, alimentaron la creencia de una fuerza oscura que se cernía sobre el elenco. Esta creencia, unida al premonitorio temor de Natalie al agua, avivado por la supuesta advertencia de una vidente, conforma un relato inquietante que trasciende los límites de la realidad.

El miedo de Natalie al agua, un detalle aparentemente trivial, adquiere una dimensión significativa en el contexto de su muerte. Quienes la conocían aseguran que jamás se habría aventurado a subir a la lancha inflable del yate por su propia voluntad. Este temor, unido a las inconsistencias en las declaraciones de los presentes y a la falta de una explicación concluyente sobre cómo terminó en el agua, refuerza la idea de que la verdad sobre la muerte de Natalie Wood permanece oculta en las profundidades del océano, tan enigmática y profunda como la mirada de la actriz que cautivó a generaciones.