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3 de julio de 2025 a las 17:20
Sana tu niño interior
Adentrémonos en el complejo laberinto de las relaciones humanas, donde el amor, a veces, se entrelaza con el dolor. Gabriel Rolón, reconocido psicoanalista argentino, nos invita a reflexionar sobre la influencia de nuestras experiencias infantiles en la elección de nuestras parejas. ¿Por qué nos enamoramos de quien nos lastima? ¿Será que el sufrimiento se convierte en un patrón familiar, una melodía repetitiva que aprendemos desde la cuna?
Rolón, con su característica elocuencia, nos explica que el amor no es una herencia genética, sino un aprendizaje. Observamos, desde pequeños, las dinámicas afectivas de nuestros padres, absorbiendo sus modelos de amor, incluso los disfuncionales. Esas primeras experiencias, como una huella imborrable, moldean nuestra percepción del amor y nos conducen, en la adultez, a replicar patrones conocidos, aunque sean dolorosos.
Imaginemos a un niño que crece presenciando la indiferencia de un padre hacia una madre sufriente. Ese niño, en su inocencia, puede interiorizar ese modelo como la norma, la representación del amor verdadero. La indiferencia, el abandono, el dolor, se convierten en ingredientes habituales en la receta del amor. Al crecer, inconscientemente, buscará relaciones que repliquen ese esquema familiar. "Me enamoro de quien me hace sufrir como mi mamá, de quien es indiferente como mi papá", explica Rolón, desentrañando la complejidad de estas dinámicas.
Pero, ¿por qué nos aferramos a relaciones que nos dañan? Rolón apunta a la autoestima. Una baja autoestima nos susurra al oído que no merecemos ser amados, que no somos dignos de una relación sana y equilibrada. Nos conformamos con las migajas, con el amor teñido de dolor, porque creemos que es lo que nos corresponde. Esa falta de amor propio se convierte en un imán que nos atrae hacia relaciones tóxicas.
Y aquí entra en juego otro factor crucial: el instinto autodestructivo. Rolón afirma que todos lo tenemos, aunque se manifieste de diferentes formas. Algunos fuman, otros comen en exceso, y otros, se aferran a relaciones que les causan sufrimiento. Es una pulsión inconsciente que nos empuja hacia la destrucción, un sabotaje silencioso que nos impide alcanzar la felicidad plena.
Reconocer este impulso autodestructivo es el primer paso para romper el ciclo. Es una toma de conciencia que nos permite observar nuestras relaciones con una mirada crítica, identificar las señales de alerta y, finalmente, liberarnos de las cadenas del sufrimiento. El camino hacia el amor sano requiere valentía, autoconocimiento y la firme convicción de que merecemos ser amados de una forma plena y auténtica.
La reflexión de Rolón nos invita a un profundo análisis introspectivo. Nos impulsa a cuestionar nuestros patrones de conducta, a comprender las raíces de nuestras elecciones amorosas y, sobre todo, a buscar la sanación emocional. El amor verdadero, ese que nos nutre y nos hace crecer, es posible, pero requiere un trabajo interno, un compromiso con nosotros mismos y la voluntad de romper con las cadenas del pasado. Es un viaje hacia la libertad emocional, un camino que, aunque a veces tortuoso, nos conduce hacia la plenitud del amor propio y la construcción de relaciones sanas y significativas.
Fuente: El Heraldo de México