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3 de julio de 2025 a las 08:50
Padrastro acusado: Menor exige justicia.
La sombra del abuso se cierne sobre la vida de una joven que, con una valentía que conmueve hasta lo más profundo, ha decidido alzar la voz y romper el silencio que la aprisionaba. A sus escasos doce años, su inocencia fue brutalmente arrebatada por quien debía protegerla, su padrastro, Jesús Pedro "N", actualmente recluido en el Cereso de San Cristóbal bajo la grave acusación de pederastia. Sin embargo, el tormento no termina ahí. La menor no solo enfrenta el trauma del abuso, sino también la incomprensible traición de su propia madre, quien, cegada por una lealtad enfermiza hacia su concubino, ha emprendido una campaña de mentiras y presiones para lograr su liberación.
Dos años han transcurrido desde que esta jovencita, con el corazón destrozado, decidió denunciar los horrores que vivía bajo el mismo techo que su madre y su agresor. Dos años de una angustiosa espera por la justicia, dos años marcados por el temor constante de que su verdugo quede impune y vuelva a acecharla, a ella y a los familiares que le han brindado refugio y apoyo en medio de la tormenta.
La historia de esta menor es un desgarrador relato de vulnerabilidad y abandono. Tras vivir con su abuela durante su infancia, fue obligada por su madre a mudarse con ella y Jesús Pedro "N", la tercera pareja de su progenitora. Este hombre, con quien incluso procreó un hijo mientras se encontraba tras las rejas, transformó la vida de la menor en un infierno. El abuso sexual, que comenzó cuando apenas tenía doce años, se convirtió en una constante, una pesadilla recurrente de la que no podía escapar.
Con la ingenuidad propia de su edad, la menor buscó consuelo y protección en su madre. Le confió el secreto que la atormentaba, esperando encontrar un abrazo, una palabra de aliento, la promesa de justicia. Sin embargo, la respuesta que recibió fue un golpe aún más devastador que el abuso mismo. Su madre, lejos de creerle, le dio la espalda, la amenazó con echarla de casa si se atrevía a denunciar. Esta traición dejó a la menor a merced de su agresor, quien, envalentonado por la impunidad, intensificó el acoso y las agresiones.
“Me pegaban, me golpeaban, me insultaban…”, recuerda con voz entrecortada, mientras describe el calvario que vivió. El dolor y la indignación se entremezclan en sus palabras, pintando un cuadro desolador de violencia y desamparo. “Le dije a mi madre todo lo que me hacía, ella nunca me creyó…”, continúa, “me dijo que yo le arruinaba su relación”. Una frase lapidaria, una puñalada en el alma de una niña que buscaba desesperadamente el amor y la protección de su madre.
El sufrimiento y la desesperanza han llevado a EJL, la valiente protagonista de esta historia, a intentar quitarse la vida en dos ocasiones. La sensación de impunidad, la lentitud de la justicia, el temor a que su agresor quede libre, la han empujado al límite. Ante esta situación desesperada, ha decidido hacer un llamado público al gobernador Eduardo Ramírez, implorando su intervención para que se haga justicia.
La joven vive con el miedo constante de que sus familiares, quienes la han apoyado incondicionalmente, sean también víctimas de la persecución. Denuncia que se les han fabricado delitos de despojo, en un intento por silenciarlos y aislarla aún más.
Su único deseo, su anhelo más profundo, es acceder a la justicia, vivir en paz, recuperar la sonrisa robada. Una petición simple, pero que en su caso se ha convertido en una lucha titánica contra la indiferencia, la corrupción y la crueldad. Su historia es un llamado a la conciencia, un recordatorio de la importancia de proteger a nuestros niños y niñas, de creer en sus voces y de garantizarles el acceso a la justicia que merecen.
Fuente: El Heraldo de México