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3 de julio de 2025 a las 19:35
Niño con leucemia, ¿deportado?
La historia de esta familia hondureña nos conmueve y nos obliga a reflexionar sobre la compleja realidad de la inmigración. Imaginen la angustia de una madre que, buscando un futuro mejor para sus hijos, se ve enfrentada a la posibilidad de ser deportada, separada de la red de apoyo que con tanto esfuerzo ha construido en un nuevo país. Y no solo eso, la salud de su pequeño de seis años, quien lucha contra la leucemia, pende de un hilo, dependiente de un tratamiento que podría verse interrumpido de manera abrupta. Es una situación desgarradora que nos interpela como sociedad.
El acceso a la atención médica es un derecho fundamental, y en este caso, la vida de un niño está en juego. Interrumpir su tratamiento no solo pone en riesgo su salud, sino que también representa un retroceso en la lucha contra una enfermedad tan compleja como la leucemia. La constancia en el tratamiento es crucial para garantizar la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes, especialmente en niños tan pequeños. ¿Cómo podemos, como sociedad, permitir que un niño sea privado de este derecho fundamental?
La abogada de la familia, Elora Mukherjee, ha calificado la situación como "ilegal, inconstitucional e inadmisible". Y es que, más allá de las leyes migratorias, hay un principio humanitario que debe prevalecer. ¿Es justo que una familia que busca refugio y atención médica para su hijo sea tratada como delincuentes? ¿Es ético que se prioricen las políticas migratorias por encima de la salud y el bienestar de un niño?
La imagen de esta familia hondureña, integrada en su comunidad en Los Ángeles, asistiendo a la escuela y a la iglesia, nos muestra la capacidad de adaptación y la resiliencia del ser humano. Nos recuerda que detrás de las estadísticas y las cifras, hay historias de vida, de lucha, de esperanza. Y nos obliga a preguntarnos: ¿Qué tipo de sociedad queremos construir? ¿Una sociedad que cierra sus puertas a quienes buscan refugio y una vida mejor? ¿O una sociedad que se basa en la empatía, la solidaridad y el respeto a los derechos humanos?
El caso de este niño hondureño no es un caso aislado. Es un reflejo de la crisis migratoria que afecta a miles de familias en todo el mundo. Familias que huyen de la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades en sus países de origen, en busca de un futuro más digno para sus hijos. Es nuestro deber, como ciudadanos del mundo, exigir políticas migratorias más justas y humanas, políticas que protejan los derechos de los más vulnerables, especialmente de los niños. No podemos permanecer indiferentes ante el sufrimiento de los demás. Debemos alzar la voz y exigir que se respete la dignidad de todas las personas, sin importar su origen o su estatus migratorio.
Fuente: El Heraldo de México