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3 de julio de 2025 a las 04:25

Jaguares acechan Chichén Itzá

La majestuosidad del jaguar vuelve a resonar en la milenaria Chichén Itzá. No se trata de un eco del pasado, sino de una vibrante presencia captada por la lente moderna de una cámara trampa. Dos ejemplares, en todo su esplendor, se pasearon frente al dispositivo, regalándonos un vistazo a su enigmática vida en el corazón de la selva yucateca. Este encuentro, más allá de lo anecdótico, subraya la profunda conexión entre el jaguar y la cultura maya, un vínculo que trasciende el tiempo y nos invita a reflexionar sobre la importancia de preservar nuestro patrimonio natural y cultural.

El video, difundido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), muestra la curiosidad de estos felinos ante la tecnología intrusa. El primer jaguar, con la cautela propia de un rey, se acerca a la cámara, la examina con detenimiento y reacciona con una mezcla de sorpresa y desconfianza. Acto seguido, un segundo ejemplar, quizás atraído por la presencia del primero, repite la inspección antes de desaparecer entre la espesura. Estas imágenes no solo son un deleite para la vista, sino una valiosa herramienta para los investigadores, que pueden estudiar el comportamiento de estos animales en su hábitat natural y comprender mejor su rol en el ecosistema.

Para los mayas, el jaguar no era simplemente un animal. Era Balam, una deidad poderosa, señor del inframundo, símbolo de la noche, la fertilidad y el poder. Su imagen adornaba templos, estelas y códices, testimonio de su importancia en la cosmovisión de esta civilización. En Chichén Itzá, la presencia del jaguar es omnipresente. El Templo de los Jaguares, el Juego de Pelota, incluso el propio nombre de la ciudad, "en la boca del pozo de los itzaes", evoca la figura de este felino mítico. El avistamiento de estos dos ejemplares en las inmediaciones del sitio arqueológico refuerza la idea de una continuidad espiritual, un recordatorio de que la herencia maya sigue viva en el corazón de la selva.

Más allá del simbolismo, el jaguar desempeña un papel crucial en el equilibrio ecológico. Como depredador tope, regula las poblaciones de otras especies, contribuyendo a la salud del ecosistema. Su presencia en Chichén Itzá es un indicador de la buena conservación del entorno natural que rodea la zona arqueológica, un logro que debemos celebrar y proteger. Sin embargo, la supervivencia del jaguar en México y en toda América Latina se encuentra amenazada. La deforestación, la caza furtiva y la expansión de la agricultura reducen su hábitat y lo ponen en peligro de extinción.

La Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010 lo cataloga como especie en peligro de extinción, y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) ha implementado diversas estrategias para su conservación. El avistamiento en Chichén Itzá nos recuerda la urgencia de redoblar esfuerzos en la protección de este magnífico animal, no solo por su valor simbólico, sino por su importancia para la biodiversidad de nuestro planeta. Es nuestra responsabilidad asegurar que las futuras generaciones puedan seguir admirando la belleza y el poder del jaguar, un verdadero tesoro de la naturaleza. El jaguar, más que un animal, es un símbolo de la riqueza natural y cultural de México, un legado que debemos preservar para las generaciones futuras.

Fuente: El Heraldo de México