
3 de julio de 2025 a las 09:36
Escape infernal: Alcatraz vs. Isla del Diablo
La sombra de la Isla del Diablo se cierne sobre los pantanos de Florida. No es una comparación exacta, claro está. La Isla del Diablo, ese pedazo de tierra maldita en la Guyana Francesa, fue un instrumento de la Francia colonial, un lugar donde el calor, la enfermedad y la brutalidad se combinaban para aniquilar a presos políticos y comunes. Allí, la mortalidad alcanzaba cifras escalofriantes, un testimonio del desprecio por la vida humana. Alfred Dreyfus, víctima de un antisemitismo rampante, sufrió el aislamiento y la degradación de ese infierno tropical, un símbolo de la injusticia que resonó en todo el mundo gracias a la pluma incendiaria de Émile Zola.
Ahora, en el siglo XXI, surge en Florida una "Alcatraz con caimanes", una prisión temporal para inmigrantes indocumentados en medio de un ecosistema hostil. A ochenta kilómetros de la vibrante Miami, pero a un mundo de distancia de su prosperidad, se levanta este centro de detención en una pista de aeropuerto abandonada. Las autoridades prometen tiendas de campaña con aire acondicionado, pero la imagen de personas confinadas en un entorno infestado de caimanes, cocodrilos y panteras, despierta inquietudes. ¿Será este un nuevo escenario de abusos e injusticias?
La justificación oficial habla de la necesidad de alojar a "lo peor de lo peor", a los criminales más peligrosos entre los indocumentados. Sin embargo, la realidad que pintan los medios de comunicación es diferente. En los primeros meses de la campaña de deportación masiva, menos del diez por ciento de los detenidos son considerados una amenaza real. La gran mayoría son personas cuyo único delito es su estatus migratorio. Y lo que es aún más alarmante, se reportan muertes bajo custodia del ICE, la policía de inmigración.
Aunque la escala de la tragedia no se compara con la Isla del Diablo, la preocupación es palpable. El debido proceso, ese pilar fundamental de la justicia, parece tambalearse ante la urgencia de las deportaciones. Las denuncias de abusos policiales se acumulan, empañando la imagen de la política antiinmigrante. La opinión pública, antes ferviente defensora de la mano dura, comienza a mostrar signos de desilusión.
La historia de la Isla del Diablo nos enseña que la deshumanización del otro, la justificación de la crueldad en nombre de la seguridad, puede tener consecuencias devastadoras. Florida, con su "Alcatraz con caimanes", se encuentra en una encrucijada. ¿Repetirá los errores del pasado o encontrará un camino más justo y humano para abordar el complejo problema de la inmigración? El mundo observa con atención.
Fuente: El Heraldo de México