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3 de julio de 2025 a las 09:36
Encuentra el amor aquí
La escena me conmovió profundamente. Una mesa llena de jóvenes, risas entrelazadas con relatos de vidas tan distintas, tan llenas de matices. Kevin, con su mirada haitiana llena de futuro en un uniforme estadounidense. Ramiro, con las manos impregnadas de los colores vibrantes de Perú, soñando con las pasarelas italianas. Iván, con el peso de una guerra en su corazón, buscando refugio en la promesa de una educación americana. Y mi Alex, en medio de esa vorágine de culturas, aprendiendo lecciones que ningún libro de texto podría enseñarle. Me pregunté cuántas historias similares se estarían repitiendo en miles de hogares alrededor del mundo. Jóvenes inmigrantes, tejiendo lazos invisibles pero fuertes, unidos por la experiencia compartida de ser "los otros" en un mundo que a veces se olvida de la empatía.
Es fascinante cómo la adolescencia, esa etapa de por sí compleja, se amplifica cuando se vive en un contexto de adaptación constante. Imaginen tener que descifrar no solo los códigos sociales de una nueva cultura, sino también el idioma, las costumbres, la idiosincrasia de un país entero. Y hacerlo mientras se lidia con la presión académica, las incertidumbres del futuro y el simple hecho de crecer. Estos chicos, sin embargo, han transformado ese desafío en una fortaleza. Han convertido la diferencia en un puente, la extrañeza en una oportunidad para aprender y crecer.
La observación de Iván, tan certera como una flecha, me dejó sin aliento. "¿La vida ha vuelto a la normalidad?". Una frase que resonó en mi interior como un eco persistente. ¿Qué es la normalidad, después de todo? Para muchos, la normalidad es una quimera, un ideal inalcanzable en un mundo convulsionado por la guerra, la desigualdad y la incertidumbre. Para Iván, la normalidad se perdió en el fragor de las bombas, en la angustia de la separación, en la amenaza constante que se cierne sobre su país. Su simple comentario me hizo reflexionar sobre la fragilidad de la paz, sobre la importancia de valorar cada instante de tranquilidad, de comprender que la "normalidad" es un privilegio que no todos pueden disfrutar.
Y en medio de esa reflexión, la música. "Where is the Love?", una canción que marcó a toda una generación y que, tristemente, sigue vigente hoy, más de dos décadas después. Sus versos, cargados de dolor y esperanza, nos interpelan como sociedad. ¿Dónde está el amor en un mundo que parece desgarrarse cada vez más? ¿Cómo podemos predicar la tolerancia y la igualdad si no somos capaces de practicarlas en nuestro día a día? La letra de la canción nos invita a mirarnos en el espejo, a cuestionar nuestras propias acciones y a buscar la respuesta en la mirada del otro, en la empatía, en la construcción de puentes en lugar de muros.
Me conmueve la capacidad de estos jóvenes para encontrar la luz en medio de la oscuridad. Su resiliencia, su optimismo, su fe en un futuro mejor son un bálsamo para el alma. Son la prueba viviente de que, incluso en los momentos más difíciles, la esperanza puede florecer. Confío en que, cuando estos adolescentes se conviertan en adultos, llevarán consigo las lecciones aprendidas en esa mesa, en esa cena de despedida que se convirtió en una lección de vida. Un recordatorio de que la verdadera riqueza reside en la diversidad, en la comprensión, en la capacidad de amar más allá de las fronteras, de las diferencias, de las circunstancias. Un recordatorio de que, incluso en un mundo imperfecto, siempre hay espacio para la esperanza, para la construcción de un futuro más justo y solidario, un futuro donde la pregunta "¿dónde está el amor?" tenga una respuesta clara y contundente: en cada uno de nosotros.
Fuente: El Heraldo de México