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3 de julio de 2025 a las 23:50

Bellakath exige pago por publicidad no autorizada

La controversia desatada por el cirujano plástico Alberto Theurel al usar la imagen de Bellakath sin su consentimiento para ilustrar un caso de fibrosis post-liposucción ha generado un intenso debate en redes sociales. Más allá del evidente enfado de la cantante, este incidente pone de manifiesto una problemática mucho mayor: la ética en la publicidad y el uso de la imagen de figuras públicas sin autorización. Bellakath, con toda razón, reclama no solo la vulneración de sus derechos de imagen, sino también la manipulación de la misma, al haber sido editada para acentuar la fibrosis. Este acto no solo es irresponsable desde el punto de vista profesional, sino que también alimenta la inseguridad y la presión estética que sufren muchas personas, especialmente en un mundo digital donde la imagen se convierte en un capital social.

El argumento de Theurel de que "le pidieron hablar del abdomen" de Bellakath no justifica en absoluto su proceder. Si bien la fibrosis es una secuela posible de las liposucciones y hablar de ello con fines informativos puede ser legítimo, hacerlo a costa de la imagen de una persona sin su permiso, y más aún, manipulando dicha imagen, es inaceptable. El cirujano, bajo el lema “tu seguridad es mi prioridad”, demuestra una clara contradicción entre su discurso publicitario y sus acciones. ¿De qué seguridad habla cuando vulnera la privacidad y la imagen de una figura pública? La prioridad, en este caso, parece ser la autopromoción a cualquier precio, incluso a costa de la reputación y el bienestar emocional de terceros.

La respuesta de Bellakath, contundente y directa, no solo defiende sus derechos, sino que también lanza una crítica a la industria de la cirugía estética, cuestionando la práctica de algunos profesionales que, en lugar de construir una reputación basada en la satisfacción de sus pacientes, recurren a tácticas poco éticas para ganar visibilidad. La cantante, además, pone el dedo en la llaga al señalar la posible falta de pacientes satisfechos dispuestos a dar testimonio de su experiencia con el Dr. Theurel. Este punto es crucial, ya que la recomendación boca a boca y las reseñas de pacientes reales son la mejor publicidad para cualquier profesional de la salud.

El hecho de que Bellakath sea una figura pública no la convierte en un objeto de estudio ni en una herramienta de marketing para cirujanos plásticos. Su imagen, al igual que la de cualquier persona, está protegida por la ley y no puede ser utilizada sin su consentimiento expreso. La amenaza de demanda por parte de la cantante no solo busca la reparación del daño causado, sino que también sienta un precedente importante para evitar que este tipo de prácticas se repitan. Es un llamado de atención para que los profesionales de la salud, y en particular los cirujanos plásticos, actúen con ética y responsabilidad, respetando los derechos de imagen y la privacidad de sus pacientes y de cualquier persona, famosa o no.

Finalmente, este incidente nos invita a reflexionar sobre la cultura de la imagen y la presión estética en la era digital. La manipulación de fotografías y la exposición pública no autorizada son prácticas que deben ser condenadas y combatidas. Es necesario promover una cultura de respeto a la diversidad corporal y fomentar la autoestima, en lugar de alimentar la inseguridad y la obsesión por la perfección física. El caso Bellakath vs. Theurel es un ejemplo más de la importancia de proteger nuestra imagen y de exigir responsabilidad a quienes intentan utilizarla para su propio beneficio.

Fuente: El Heraldo de México