
3 de julio de 2025 a las 18:35
Baño semanal en adultos mayores: UNAM y Harvard revelan la verdad.
La creencia de que al llegar a cierta edad, digamos pasados los 60, empezamos a emanar un inconfundible "olor a viejo" que requiere duchas y perfumes diarios, es una idea arraigada en nuestra sociedad. Sin embargo, la ciencia y los expertos nos invitan a repensar esta práctica tan común. Desde pequeños nos inculcan la rutina del baño diario, pero la realidad es que la salud de nuestra piel, especialmente en la edad adulta, exige un enfoque distinto. Factores como el contacto directo con el agua, el jabón y la fricción de la esponja pueden tener consecuencias negativas, especialmente cuando la piel pierde elasticidad y se vuelve más sensible con el paso de los años.
Instituciones de renombre como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Universidad de Harvard coinciden en que ducharse de dos a tres veces por semana es suficiente para mantener una higiene adecuada. Esto no significa descuidarse, sino adoptar prácticas complementarias para eliminar la suciedad y el sudor, manteniendo una sensación de frescura.
La recomendación de la OMS de bañarse cada tercer día no es exclusiva para adultos mayores, sino una pauta general para todas las edades. El Dr. Robert H. Shmerling, editor principal de la Universidad de Harvard, señala que la costumbre del baño diario responde más a normas sociales que a necesidades de salud, y varía considerablemente entre diferentes culturas. De hecho, ducharse a diario puede ser perjudicial.
El Dr. Shmerling explica que la piel sana posee una capa de grasa y un equilibrio de bacterias beneficiosas que se pierden con el lavado frecuente, sobre todo con agua caliente. Este desequilibrio puede provocar resequedad, irritación e incluso aumentar la susceptibilidad a infecciones.
El académico Ariel Vilchis Reyes, del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM, añade que la frecuencia ideal del baño depende de factores individuales como el tipo de piel, el clima, el nivel de actividad física y el estado de salud general. Es importante escuchar a nuestro cuerpo y observar signos como resequedad, comezón o enrojecimiento, que indican un exceso de higiene. Estas señales nos advierten que estamos eliminando la barrera protectora natural de la piel, haciéndola vulnerable a agentes externos.
La duración del baño también es crucial. El Dr. Shmerling recomienda duchas cortas, de no más de 3 o 4 minutos, centrándose en las áreas que requieren mayor atención, como las axilas y la zona inguinal. Prolongar el tiempo de exposición al agua y al jabón solo agrava los efectos negativos sobre la piel.
En resumen, la higiene no se trata de la cantidad de duchas, sino de la calidad y la consciencia. Bañarse con menos frecuencia, prestar atención a las necesidades de nuestra piel y adoptar hábitos complementarios de limpieza son la clave para mantener una salud óptima y un bienestar integral a cualquier edad. Olvidemos los mitos y escuchemos a la ciencia y a nuestro propio cuerpo.
Fuente: El Heraldo de México