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2 de julio de 2025 a las 14:05
Tragedia en callejón: niña muere por olla hirviendo
Un escalofrío recorre la espina dorsal de la comunidad de Sonbhadra. La tragedia ha vuelto a golpear a una familia, evocando el fantasma de un dolor pasado que se creía superado. Una niña de apenas un año y medio ha perdido la vida en un terrible accidente en el bullicioso Bazar de Duddhi, un espejo cruel que refleja la pérdida de su hermana mayor hace tan solo dos años, bajo circunstancias estremecedoramente similares.
El viernes 27 de junio amaneció como cualquier otro día de trabajo para esta familia. En el laberinto de estrechas calles que conforman el Bazar de Duddhi, entre el ir y venir de vendedores ambulantes y el clamor de los compradores, montaron su pequeño puesto de comida. El aroma de las especias y el bullicio característico del mercado creaban una atmósfera vibrante, pero bajo la superficie, el destino tejía una trama trágica.
Alrededor de las nueve de la mañana, mientras los padres atendían a los clientes, la pequeña, con la inocente curiosidad que caracteriza a su edad, se acercó demasiado a una olla hirviendo llena de agua y garbanzos. En un instante, un descuido fatal, un resbalón, y la niña cayó en el agua hirviendo. El grito desgarrador que resonó en el mercado heló la sangre de todos los presentes.
La sacaron rápidamente, su pequeño cuerpo quemado por el líquido hirviente. La trasladaron de urgencia al hospital, aferrándose a la esperanza de un milagro. Pero las quemaduras eran demasiado graves, el daño irreparable. La vida se le escapó como arena entre los dedos, dejando a su familia sumida en un abismo de dolor y desesperación.
La tragedia resuena con mayor fuerza al recordar la pérdida de su hermana mayor, víctima de un accidente similar hace dos años. La misma familia, el mismo escenario, un dolor que se repite, una herida que se abre de nuevo. La comunidad de Sonbhadra se une en el luto, compartiendo el pesar de una familia marcada por la fatalidad.
El Bazar de Duddhi, con sus calles angostas y la constante actividad comercial, se convierte en un símbolo de la fragilidad de la vida. La rapidez con la que se desarrolla la vida en este lugar, la necesidad de ganarse el sustento diario, la presión del trabajo, pueden llevar a descuidos fatales. Este trágico accidente nos recuerda la importancia de la vigilancia constante, especialmente con los más pequeños, en entornos tan dinámicos y potencialmente peligrosos.
Aunque la policía no ha recibido una denuncia formal por parte de la familia, se descarta cualquier tipo de negligencia intencional. El dolor de la pérdida es suficiente castigo. Solo queda el eco de una tragedia que ha enlutado a una comunidad y la sombra de una pregunta que quedará sin respuesta: ¿cómo pudo suceder esto de nuevo? La esperanza es que esta tragedia sirva como un llamado a la conciencia, un recordatorio de la importancia de la seguridad y la vigilancia, para que ninguna otra familia tenga que sufrir una pérdida tan devastadora.
Fuente: El Heraldo de México