
2 de julio de 2025 a las 16:15
¿Tierra en vez de cenizas? El horror en Juárez.
La incertidumbre se apodera de Ciudad Juárez. La macabra imagen de 381 cuerpos apilados, embalsamados y abandonados en una funeraria local ha desatado una ola de angustia y desconfianza que recorre a las familias que confiaron en este establecimiento para la última despedida de sus seres queridos. El olor a muerte que emanaba del lugar, denunciado por vecinos alarmados, destapó una realidad escalofriante que pone en tela de juicio la integridad de todo un sistema. ¿Cuántos de los que lloraron frente a un ataúd, en realidad se despidieron de un desconocido? ¿Cuántas cenizas, recibidas con dolor y resignación, pertenecen realmente a quienes se creía?
La magnitud del hallazgo es abrumadora. Habitaciones repletas de cuerpos, sin la refrigeración adecuada y en condiciones que desafían cualquier norma sanitaria, pintan un cuadro de negligencia e irresponsabilidad que indigna. El número inicial de 60 cuerpos, que ya de por sí era impactante, ascendió a la escalofriante cifra de 381, un número que resuena en la conciencia colectiva como un grito silencioso de los que fueron olvidados. Más allá del horror visual, se encuentra el drama humano, la incertidumbre que corroe el alma de quienes ahora se preguntan si realmente velaron a sus familiares o si fueron víctimas de un engaño cruel e imperdonable.
Las voces de la angustia se multiplican en los medios locales. "Llegamos a la capilla y resulta que no era mi papá", declara un hombre con la voz quebrada por la decepción y la rabia. Su experiencia, vivida en 2022, cobra un nuevo y terrible significado a la luz del descubrimiento. La confianza depositada en la funeraria se ha transformado en una profunda herida, en la sospecha de haber sido engañado en el momento más vulnerable. Otros, aunque aún conserven la esperanza de recuperar los restos de sus seres queridos, expresan su desconfianza en las autoridades. Solo una prueba de ADN, un análisis científico irrefutable, podría devolverles la certeza que les fue arrebatada.
La indignación es palpable. No solo se trata de la posibilidad de haber recibido cenizas equivocadas, sino también de la falta de respeto a los difuntos, tratados como mercadería, apilados sin dignidad en un espacio improvisado. Para muchos, la noticia ha reabierto viejas heridas, el dolor de la pérdida se mezcla ahora con la angustia de la incertidumbre. La tranquilidad del duelo, la aceptación de la muerte, se ven interrumpidas por la sospecha, por la posibilidad de que el último adiós haya sido una farsa.
Las autoridades, por su parte, intentan reconstruir los hechos. Carlos Tarín, de la Coespris, asegura que no existía un riesgo sanitario grave debido al embalsamamiento de los cuerpos, pero reconoce la flagrante violación de las normas. La funeraria, que contaba con permisos para operar como crematorio a nivel estatal, carecía de la autorización municipal y del uso de suelo necesario para dicha actividad. Se inicia así un proceso de investigación y sanción, un intento de esclarecer las responsabilidades y aplicar las medidas correspondientes. El fiscal Carlos Manuel Salas, afirma que no hay indicios de crímenes relacionados con los cuerpos, todos entregados por funerarias con la documentación en regla. La acumulación, según su versión, se debería a la incapacidad del horno crematorio para procesar la demanda. Sin embargo, las investigaciones continúan y no se descartan nuevas diligencias. La detención de una persona para rendir declaración abre una nueva línea de investigación en este caso que ha conmocionado a Ciudad Juárez y que deja una profunda herida en la confianza de la comunidad. ¿Qué otras irregularidades se esconden tras las paredes de esta funeraria? ¿Cuántas familias más tendrán que vivir con la incertidumbre de no saber si realmente se despidieron de sus seres queridos? El tiempo y la justicia tendrán la última palabra.
Fuente: El Heraldo de México