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2 de julio de 2025 a las 09:40

Sobrevive a la Guerra

La sombra de Clausewitz se cierne pesada sobre el siglo XXI. Aquella máxima, "la guerra es la continuación de la política por otros medios", resuena con una inquietante actualidad en un mundo que ha presenciado el estallido de tres grandes conflagraciones en un corto lapso de tiempo. Ucrania, Palestina, Israel, Irán, Estados Unidos… nombres que se repiten en un macabro mantra de destrucción y que alimentan el fantasma, siempre presente, de una tercera guerra mundial.

La invasión rusa a Ucrania, iniciada en febrero de 2022 bajo el pretexto de una supuesta amenaza a su soberanía, se ha convertido en un conflicto enquistado, una herida abierta en el corazón de Europa. El apoyo occidental a Ucrania, liderado por Estados Unidos y secundado por los países europeos, ha alimentado la maquinaria bélica, prolongando el sufrimiento de un pueblo atrapado entre dos fuegos. La esperanza de una resolución, con la llegada de la nueva administración Trump, se mezcla con la incertidumbre de un futuro incierto.

En Oriente Medio, el conflicto palestino-israelí, una llaga histórica que nunca ha cicatrizado, resurgió con renovada violencia en octubre de 2023. El ataque de Hamas, con su trágico saldo de mil doscientas vidas, desató una espiral de violencia que aún hoy continúa. Las raíces del conflicto, profundas y complejas, se entrelazan en una madeja de reivindicaciones territoriales, diferencias religiosas y un reconocimiento negado. La Franja de Gaza, convertida en un escenario de constante tensión, simboliza la fragilidad de la paz en la región.

A este panorama ya de por sí convulso se sumó la intervención de Irán. El ataque israelí del 13 de junio, justificado por la supuesta fabricación de armas nucleares por parte del régimen iraní, desató una respuesta contundente. La lluvia de drones sobre Israel, la intervención estadounidense y los bombardeos a plantas de enriquecimiento de uranio dibujaron un escenario de guerra abierta, con el mundo conteniendo la respiración ante la posibilidad de una escalada global.

La Cumbre del G7, celebrada en Canadá en medio de esta tormenta geopolítica, se vio eclipsada por la abrupta retirada de Donald Trump. Su decisión de “monitorear” la situación, lejos de calmar los ánimos, alimentó la especulación y la incertidumbre. La posterior intervención de Estados Unidos, con los bombardeos a instalaciones iraníes, confirmó los peores temores. El mundo se asomaba al abismo de una guerra a gran escala.

El cese al fuego anunciado por Trump el 23 de junio, tras doce días de intensos combates, supuso un respiro para la comunidad internacional. Sin embargo, las heridas de la guerra, tanto físicas como emocionales, tardarán mucho en sanar. Las víctimas mortales, los heridos, los desplazados… son el trágico testimonio de la locura de la guerra. Y la sombra de Clausewitz, con su fría lógica, nos recuerda que la política, en su expresión más extrema, puede conducir a la barbarie.

La pregunta que nos queda es, ¿habremos aprendido la lección? ¿Seremos capaces de construir un futuro donde la diplomacia y el diálogo prevalezcan sobre las armas? El futuro, como siempre, permanece incierto. Pero la esperanza, como una pequeña llama en la oscuridad, sigue viva.

Fuente: El Heraldo de México