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2 de julio de 2025 a las 15:10

Secretos del clima loco de CDMX

Las lluvias torrenciales del 17 de junio nos recuerdan la compleja relación que la Ciudad de México mantiene con el agua. Si bien las precipitaciones son vitales para nuestro ecosistema, su intensidad, combinada con la vulnerabilidad de nuestra infraestructura, genera escenarios de riesgo que debemos abordar con seriedad. No se trata de un fenómeno aislado, ni de una anomalía climática sin precedentes. La historia de la ciudad está marcada por inundaciones, y la ciencia nos indica que estos eventos se intensificarán en el futuro. El doctor Magaña, del Instituto de Geografía de la UNAM, nos invita a analizar estos episodios con una perspectiva histórica y científica, evitando caer en la narrativa del "nunca antes visto". Debemos recordar que la ciudad ha experimentado lluvias aún más intensas en el pasado, como el registro de 134 mm en Coyoacán en la década de 1960, el doble de lo registrado el 2 de junio de este año.

La clave está en la preparación y en la comprensión de la dinámica climática de la región. No se trata solo de la cantidad de lluvia, sino de cómo se distribuye. La lluvia del 2 de junio, aunque intensa en algunas zonas, no fue homogénea. Los 70 mm registrados en la parte alta de Chapultepec no se replicaron en toda la ciudad. Imaginar que con esa cantidad se hubiera llenado la presa Madín, como algunos sugirieron, es un error de apreciación.

La Ciudad de México, con su vasta extensión y su compleja topografía, experimenta microclimas que influyen en la distribución de las precipitaciones. El viento predominante del noreste arrastra las nubes desde Teotihuacán hacia el sur y el poniente del valle, generando una distribución desigual del agua. Las nubes, con su dinámica interna de ascenso y descenso, no descargan la misma cantidad de agua en todos los puntos. Además, el tamaño finito de las nubes en relación con la extensión de la zona metropolitana implica que algunas áreas reciben mayor cantidad de agua que otras.

El fenómeno se complica por la influencia de la urbanización. La ciudad, como una plancha caliente, intensifica el crecimiento de las nubes a medida que se desplazan, lo que explica por qué en zonas como Ciudad Universitaria llueve hasta un 40% más que en el Aeropuerto, ubicado en la alcaldía Venustiano Carranza.

La diferencia en la cantidad de lluvia entre las alcaldías es significativa. Mientras que en Cuajimalpa se registran 1,140 mm al año, en Gustavo A. Madero y Cuauhtémoc la cantidad se reduce a la mitad. Esta disparidad se debe a la diversidad climática de la ciudad, donde conviven al menos cuatro tipos de clima, desde el frío y semifrío subhúmedo de Cuajimalpa y Milpa Alta, hasta el semiseco templado y templado subhúmedo de Gustavo A. Madero y Cuauhtémoc.

La investigación del IMCO, realizada por Saúl Rodríguez, destaca que las alcaldías con alto nivel de precipitaciones, que ocupan el 39% del territorio, reciben casi la mitad de la lluvia, mientras que las alcaldías con menor nivel de precipitaciones, que ocupan el 50% del territorio, solo reciben el 38%.

La urbanización acelerada y el cambio climático son factores determinantes en este escenario. La pérdida de áreas verdes y la sustitución de lagos y canales por concreto impiden la infiltración del agua, contribuyendo a las inundaciones. La Dra. Elda Luyando López, del ICAyCC, explica que el centro de la ciudad, al carecer de áreas verdes y cuerpos de agua, se comporta como una zona desértica, propiciando islas de calor e intensificando las lluvias convectivas, de corta duración pero alta intensidad.

El aumento de la temperatura promedio anual en la ciudad, de 8 a 12°C entre 1920 y 2014, según el Observatorio Meteorológico de Tacubaya, junto con el incremento en la frecuencia de aguaceros extremos, de menos de 10 al año en el siglo XX a más de 25 en el siglo XXI, son indicadores claros del impacto del cambio climático y la urbanización.

Ante esta realidad, la prevención es crucial. Desde la limpieza de coladeras hasta la gestión responsable de residuos, cada acción individual contribuye a la seguridad colectiva. La información y la conciencia ciudadana son fundamentales para construir una ciudad más resiliente ante los desafíos climáticos del futuro. Informarse sobre cómo medir la lluvia, comprender qué significa un milímetro de precipitación y cómo se utiliza el pluviómetro son pasos importantes para entender la magnitud del fenómeno y la importancia de la prevención. La solidaridad y la responsabilidad individual son esenciales para afrontar estos retos y construir un futuro más seguro para todos.

Fuente: El Heraldo de México