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3 de julio de 2025 a las 01:10

Mujer hace historia en la Iglesia Mexicana

Un hito histórico se ha escrito en la Arquidiócesis de México. La designación de María Magdalena Ibarrola y Suárez como nueva canciller marca un precedente sin igual, convirtiéndose en la primera mujer laica en ocupar este trascendental puesto. Este nombramiento, lejos de ser una simple designación administrativa, resuena como un eco de los vientos de cambio que soplan en la Iglesia, una brisa refrescante que impulsa la sinodalidad, la corresponsabilidad y la apertura a la riqueza de los carismas del Pueblo de Dios.

El Cardenal Aguiar Retes, al destacar la importancia del rol de la cancillería como guardiana de la memoria documental, garante de la autenticidad jurídica y colaboradora en el gobierno pastoral, no solo describe las funciones de un cargo, sino que subraya la confianza depositada en Ibarrola y Suárez. Su trayectoria como Vicecanciller, su sólida preparación profesional, su testimonio de fe inquebrantable y su compromiso eclesial, la han convertido en la persona idónea para asumir esta responsabilidad.

Más allá de la alegría que inunda a la Arquidiócesis por este nombramiento, se percibe la profunda significación del mismo. No se trata simplemente de llenar una vacante, sino de abrir una puerta, de trazar un nuevo camino hacia una Iglesia donde la participación plena y activa de las mujeres, incluso en los espacios de decisión y gobierno, deje de ser una aspiración para convertirse en una realidad palpable.

La experiencia de Ibarrola y Suárez en la administración de instituciones, su conocimiento del derecho canónico y su capacidad para trabajar en comunión con el equipo de la cancillería, son los pilares sobre los que se construye esta nueva etapa. Su labor, sin duda, dejará una huella indeleble en la historia de la Arquidiócesis.

El agradecimiento al Padre Alan Téllez Aguilar, quien ha servido diligentemente como canciller durante más de seis años, es un gesto que refleja la gratitud y el reconocimiento a su dedicación. Su partida para continuar sus estudios de doctorado en Derecho Canónico en Roma, lejos de ser una despedida, se percibe como una inversión en el futuro de la Iglesia, una semilla que promete germinar en nuevos frutos para la comunidad.

Este nombramiento, en el contexto de una sociedad que clama por la igualdad y la inclusión, se erige como un faro de esperanza, un testimonio del compromiso de la Iglesia con la construcción de un mundo más justo y equitativo. La figura de María Magdalena Ibarrola y Suárez se convierte en un símbolo inspirador para las mujeres, un ejemplo tangible de que el servicio y el liderazgo no conocen de géneros, sino de vocación, talento y entrega. Se abre un nuevo capítulo en la historia de la Arquidiócesis de México, un capítulo escrito con la tinta de la esperanza y la fuerza transformadora de la fe.

Fuente: El Heraldo de México