
2 de julio de 2025 a las 12:35
Monterrey, digna caída mundialista.
La decepción se palpa en el aire, un sabor amargo que ya conocemos. Rayados, con el corazón en la mano y la garra que los caracteriza, luchó hasta el último suspiro, pero el destino, o mejor dicho, la historia, se repitió. El Borussia Dortmund, con la frialdad y la precisión de un reloj suizo, impuso su ley en la cancha, dejando a Monterrey con las manos vacías y a la afición mexicana con un nudo en la garganta. Un 2-1 que duele, que pesa, que nos recuerda la brecha que aún separa al fútbol mexicano del europeo en el escenario mundial.
Treinta minutos de pesadilla fueron suficientes para que el Dortmund marcara la diferencia. Guirassy, con dos zarpazos letales, silenció el rugido de la afición regiomontana, que hasta ese momento vibraba con la ilusión de una hazaña. Dos goles que dejaron al descubierto la contundencia del equipo alemán, su capacidad para definir en momentos clave, una virtud que, lamentablemente, a los equipos mexicanos nos ha costado caro en este tipo de competencias.
Pero Rayados, fiel a su espíritu combativo, no se rindió. Lejos de bajar la cabeza, salió del vestidor con la furia de un león herido. El descuento de Berterame, apenas iniciado el segundo tiempo, fue una inyección de adrenalina, un rayo de esperanza que iluminó el estadio y encendió la llama de la ilusión. Monterrey se volcó al ataque, empujado por el orgullo y el aliento incesante de su afición. Cada balón dividido se disputó con la intensidad de una final, cada jugada se tejió con la urgencia de quien se aferra a un sueño.
Sin embargo, la reacción, aunque heroica, no fue suficiente. El Dortmund, con la experiencia y la jerarquía de un grande de Europa, supo controlar el ímpetu regiomontano. Cerraron filas, se replegaron con orden y resistieron con oficio el embate final de Rayados. Jugaron con la tranquilidad del que sabe que tiene el control, administrando el tiempo y el resultado con maestría. Una lección dolorosa, pero a la vez valiosa, para el fútbol mexicano.
Ahora, el Dortmund se enfrentará al gigante Real Madrid, un coloso de 15 Champions, que viene de vencer a la Juventus con un solitario gol del joven Gonzalo García, la nueva joya de la corona merengue. Un partido que promete ser un espectáculo de primer nivel, una batalla de titanes en la que se definirá el futuro del torneo. Mientras tanto, en México, queda la reflexión, el análisis de lo que faltó, de lo que se debe mejorar para, algún día, romper la maldición europea y escribir una nueva historia en el Mundial de Clubes. Una historia de triunfo, de gloria, de la que Rayados, sin duda, será protagonista en el futuro.
Fuente: El Heraldo de México