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2 de julio de 2025 a las 05:25

Maestra rescatada: Exalumno exigía $50,000

La madrugada se tiñó de terror en un tranquilo hogar del noroeste de Guayaquil. La pesadilla comenzó con una irrupción violenta: un grupo armado irrumpió en la vivienda de una maestra de 57 años mientras dormía, arrebatándola de la seguridad de su hogar. La angustia se apoderó de sus familiares cuando, horas después, el sonido de una notificación de WhatsApp resonó como un siniestro presagio. Los secuestradores, con una frialdad escalofriante, exigían 50,000 dólares – una suma casi inalcanzable para la familia – a cambio de la vida de la docente. La amenaza latente de atentar contra su vida si no se cumplían sus demandas helaba la sangre.

El nombre de uno de los captores resonó con una perturbadora familiaridad: Boris V., alias "Satanás", un exalumno de la víctima. La ironía macabra de un pupilo convirtiéndose en verdugo añadía una capa extra de horror a la situación. A sus 20 años, "Satanás", con una cruz tatuada en la frente – un símbolo que contrastaba brutalmente con la naturaleza de sus actos –, ya tenía un historial delictivo que incluía tráfico de drogas y receptación, el oscuro arte de lucrar con objetos de origen ilícito.

La noticia del secuestro corrió como la pólvora, generando una oleada de indignación y temor en la comunidad. La Unidad Antisecuestros (Unase) de la Policía Nacional, consciente de la gravedad del caso, desplegó todo su arsenal tecnológico y humano. Un equipo de ciberinteligencia, trabajando contrarreloj, rastreó las comunicaciones de los secuestradores, mientras que agentes en el terreno peinaban la zona de Nueva Prosperina, siguiendo cada pista, cada indicio que pudiera conducirlos al paradero de la maestra.

La tensión se podía cortar con un cuchillo. Cada minuto que pasaba aumentaba la incertidumbre y el miedo. Finalmente, tras una intensa búsqueda, la Unase logró liberar a la docente sana y salva, sin que se realizara el pago del rescate. El alivio inundó a la familia y a la comunidad, pero la historia no terminaba ahí.

Las investigaciones revelaron la conexión de "Satanás" con "Los Tiguerones", una de las bandas criminales que siembran el terror en Ecuador. Este grupo, clasificado como "terrorista" por el Gobierno tras la declaración de conflicto armado interno en enero de 2024, se ha convertido en un sinónimo de violencia y desesperación. En una de sus detenciones anteriores, "Satanás" había confesado su pertenencia a esta organización, una prueba más de la compleja red criminal que opera en el país.

El secuestro de la maestra no es un caso aislado, sino un reflejo de la alarmante realidad que vive Ecuador, especialmente en provincias costeras como Guayas, epicentro de la ola de secuestros que azota al país. Este delito, intrínsecamente ligado al crimen organizado y al narcotráfico, ha experimentado un crecimiento exponencial desde 2021. Bandas como "Los Tiguerones" y "Los Lobos", amparadas en el caos y la violencia, han encontrado un terreno fértil para sus actividades delictivas. Las cifras son escalofriantes: entre enero y septiembre de 2024 se registraron 2,108 secuestros, un aumento desmesurado del 347% en comparación con los 67 casos de 2022. En Guayaquil, la situación es aún más crítica, con los secuestros quintuplicándose en 2024.

La lucha contra este flagelo es una prioridad para las autoridades. La Unase, a pesar de las dificultades, ha logrado importantes resultados, resolviendo 950 casos y deteniendo a 1.200 personas en 2024. Sin embargo, la batalla está lejos de terminar. La sombra del crimen organizado se cierne sobre el país, y la necesidad de fortalecer las estrategias de seguridad y combatir la impunidad se hace cada vez más urgente. El caso de la maestra secuestrada es un llamado a la acción, un recordatorio de que la seguridad y la tranquilidad de los ciudadanos deben ser la prioridad absoluta.

Fuente: El Heraldo de México