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2 de julio de 2025 a las 08:50
El triste final de una estrella infantil
La repentina retirada de Lucy Buj del cine mexicano a la tierna edad de 10 años, en el apogeo de su prometedora carrera, sigue resonando como un eco melancólico en los anales de la industria. Una niña prodigio que compartió pantalla con gigantes como Silvia Pinal y Evangelina Elizondo, vio su sueño truncado por la sombra oscura del acoso. Hoy, décadas después, su historia resurge con la fuerza de la memoria, y con ella, la esperanza de un posible regreso.
Su debut a los seis años en "Gregorio y su ángel" (1966) marcó el inicio de una trayectoria ascendente. Su talento innato brillaba en cada papel, pero fue su interpretación de Rosa Isela en "María Isabel" la que la catapultó a la fama. Compartiendo créditos con consagradas figuras del cine nacional, Lucy se convirtió en un rostro familiar para el público, en una promesa que parecía destinada a brillar con luz propia.
En una reveladora entrevista para el canal de YouTube "Historias, mitos y tragedias del cine mexicano", Lucy Buj compartió detalles desgarradores sobre el incidente que precipitó su retiro. La prepotencia y la actitud abusiva de un director, cuya identidad permanece velada, la confrontaron con una realidad brutal para una niña de su edad. La propuesta indecorosa, disfrazada de condición para firmar un contrato, fue la gota que derramó el vaso. Con una valentía admirable, la pequeña actriz plantó cara al acoso, priorizando su integridad por encima de las promesas de fama y fortuna. Su respuesta, llena de inocencia y firmeza, resonó con la fuerza de una declaración de principios: "Todavía juego a las Barbies".
A pesar de su breve pero intensa carrera, el recuerdo de Lucy Buj perdura en la memoria colectiva. Su carisma y simpatía traspasaron la pantalla, dejando una huella imborrable en el corazón del público. Anécdotas conmovedoras, como el reconocimiento de la actriz años después en un tianguis, demuestran la vigencia de su imagen y el cariño que aún despierta.
Tras su abrupta salida del mundo del espectáculo, Lucy Buj se dedicó a sus estudios, culminando la secundaria y la preparatoria. Posteriormente, se formó como intérprete y traductora, con la ambición de trabajar en una embajada. Su vida personal transitó por dos matrimonios, el segundo de los cuales, con un argentino, perdura hasta la fecha. A pesar del tiempo transcurrido, la llama de la actuación sigue viva en su interior. Su deseo de regresar a la industria que la vio nacer como artista abre una ventana a la esperanza, a la posibilidad de un nuevo capítulo en su historia. ¿Será posible un reencuentro con el público? ¿Podrá Lucy Buj retomar el hilo de una carrera interrumpida de forma tan injusta? El tiempo, como siempre, tendrá la última palabra.
Fuente: El Heraldo de México