
2 de julio de 2025 a las 09:40
Domina el patrón...
La afición lagunera ha sido testigo de una preocupante tendencia en los últimos torneos. Un patrón, casi un ritual, se repite una y otra vez, conduciendo al equipo a una espiral de resultados decepcionantes. No se trata de mala suerte, ni de casualidades, sino de decisiones que, insistentemente, se toman desde la cúpula del Santos Laguna, revelando una desconexión con la realidad del equipo y las necesidades de la afición. Este comportamiento repetitivo, casi obsesivo, recuerda a la definición misma de patrón: una forma consistente de pensar, sentir o comportarse que, en este caso, afecta gravemente la toma de decisiones.
Analicemos este patrón destructivo. El primer elemento, y quizás el más evidente, es la inexplicable tardanza en la incorporación de refuerzos. ¿Por qué esperar a la cuarta o séptima jornada para traer jugadores? La afición se lo ha preguntado torneo tras torneo, pero la respuesta nunca llega. Estos refuerzos, que llegan a destiempo, requieren un periodo de adaptación que les impide contribuir al equipo de manera inmediata. Para cuando finalmente se integran, ya se ha desperdiciado una parte crucial del torneo, condenando al equipo a remar contracorriente.
El segundo componente de este patrón problemático es la política de fichajes a préstamo. La renuencia a invertir en la compra de jugadores revela una falta de compromiso a largo plazo con el proyecto deportivo. Se prioriza el ahorro económico por encima de la calidad y la estabilidad del plantel. Los equipos que ceden jugadores a préstamo, lógicamente, no se desprenden de sus mejores elementos. En consecuencia, el Santos Laguna se ve obligado a conformarse con jugadores de segundo nivel, limitando su potencial competitivo.
Pero el tercer elemento, y sin duda el más alarmante, es la tendencia a fichar jugadores con un historial de lesiones graves. Casos como el de José Juan Macías, quien se retiró del fútbol tras su paso por el equipo, o el de Bruno Barticciotto, quien arrastraba lesiones y terminó resintiéndose durante el torneo, son ejemplos claros de esta preocupante estrategia. Para el próximo certamen, los nombres de Kevin Balanta y Haret Ortega se suman a esta lista de jugadores con un pasado médico complicado. ¿Será que la historia se repetirá?
La pregunta que surge es: ¿Por qué se insiste en este patrón autodestructivo? ¿Es una cuestión económica? ¿Falta de visión deportiva? ¿O simplemente una incapacidad para aprender de los errores del pasado? Sea cual sea la razón, la directiva del Santos Laguna debe tomar conciencia de la gravedad de la situación. La afición merece un equipo competitivo, con jugadores comprometidos y una dirección deportiva que tome decisiones inteligentes. Es hora de romper con este patrón, de cambiar el rumbo y de devolverle al Santos Laguna la grandeza que se merece. De lo contrario, el futuro del equipo seguirá pintado de gris, con la amenaza del descenso acechando en el horizonte. La afición lagunera, fiel y apasionada, espera con ansias un cambio real, un giro de 180 grados que devuelva la esperanza a la Comarca Lagunera. El tiempo corre, y la paciencia se agota.
Fuente: El Heraldo de México