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3 de julio de 2025 a las 02:05

Domina el arte de la conversación (según Nietzsche)

La comunicación, ese puente invisible que nos conecta, se tambalea en la era del ruido. La conversación, antaño un espacio de encuentro, se ha transformado en un campo de batalla donde el objetivo no es comprender, sino vencer. Dominar la palabra, silenciar al otro, imponer nuestra voz a cualquier precio. ¿Hemos olvidado el verdadero significado del diálogo? Nietzsche, con su agudeza habitual, nos ofrece una clave para entender esta dinámica: muchas veces, la oposición a una idea no nace de un desacuerdo real, sino de una antipatía hacia la forma en que se expresa. El tono, la postura, la arrogancia del emisor, nos predisponen al rechazo incluso antes de analizar el contenido de su mensaje.

En este contexto, la conversación deja de ser un intercambio enriquecedor para convertirse en una competencia estéril. Olvidamos que el diálogo no es un ring de boxeo, sino un espacio de construcción compartida. José Carlos Ruiz, filósofo español, nos recuerda la esencia nutricia de la verdadera conversación: un banquete intelectual donde ambos comensales se alimentan mutuamente, con el apetito de aprender como principal condimento. No se trata de imponer, sino de compartir; no de ganar, sino de comprender.

La soledad, esa sombra que nos acecha, encuentra en la conversación un poderoso antídoto. El diálogo nos permite romper el aislamiento, tejer lazos, construir comunidad. Pero, ¿cómo rescatar el arte de conversar en un mundo saturado de ruido? Cecil B. Hartley, en su obra "The Gentlemen’s Book of Etiquette" de 1875, nos ofrece diez claves, sorprendentemente vigentes, para cultivar una conversación respetuosa y enriquecedora. Principios atemporales que nos invitan a escuchar con atención, a expresarnos con claridad y a valorar la perspectiva del otro.

Estas claves, lejos de ser un conjunto de reglas rígidas, son una guía para navegar el complejo océano de la comunicación. Nos enseñan a cultivar la empatía, a evitar la interrupción constante, a respetar los silencios, a construir puentes en lugar de muros. En un mundo donde la inmediatez y la superficialidad imperan, la obra de Hartley nos invita a redescubrir el valor de la pausa, de la reflexión, de la escucha atenta.

Es hora de recuperar la conversación como un espacio de encuentro, de aprendizaje y de crecimiento mutuo. Dejemos de lado la necesidad de imponer nuestra voz y abramos nuestros oídos a las voces de los demás. Solo así podremos construir un diálogo genuino, capaz de romper la soledad y enriquecer nuestras vidas. La lengua, como bien dice Myriam Moscona, es una llave maestra. Usémosla para abrir puertas, no para cerrarlas. El futuro de la comunicación, y quizás también el nuestro, depende de ello.

Y hablando de educación, ¿cómo se refleja esta dinámica en el ámbito educativo? ¿Cómo podemos fomentar el diálogo respetuoso en las aulas? La educación, en su esencia, es un acto de comunicación. Un intercambio constante entre docentes y alumnos, donde el diálogo juega un papel fundamental. Es necesario cultivar en las nuevas generaciones la capacidad de escuchar, de argumentar, de respetar las ideas de los demás. Una educación que promueva el pensamiento crítico y la expresión respetuosa, es la base para construir una sociedad más justa y democrática. La exhibición de una visión entrañable de la educación, como se menciona al final del texto original, es un paso en la dirección correcta. Pero es necesario ir más allá, integrar el arte de la conversación en el currículo, formar ciudadanos capaces de dialogar, de construir puentes, de transformar el mundo a través de la palabra.

Fuente: El Heraldo de México