
2 de julio de 2025 a las 06:20
Crimen sacude la casa de Cerati
Un escalofrío recorre Buenos Aires. La casa que una vez albergó la creatividad del icónico Gustavo Cerati, se ha convertido en el epicentro de un misterio que nos remonta a décadas atrás. Los muros que resonaron con la música del legendario artista, ahora susurran una historia macabra, la de un joven cuya vida fue truncada de forma violenta. Imaginen la escena: un grupo de albañiles, martillos en mano, demoliendo parte de la estructura, y de pronto, entre los escombros, el hallazgo aterrador. Huesos, silenciosos testigos de un crimen sin resolver. No se trata de un simple esqueleto, sino de las piezas de un rompecabezas siniestro que los expertos del Equipo Argentino de Antropología Forense intentan armar con meticulosidad.
Un joven, de entre 15 y 19 años, de complexión fuerte, casi robusta, yace en el olvido por años, sepultado en una tumba improvisada dentro de la misma casa. ¿Quién era este joven? ¿Cuál fue su historia? Las preguntas se acumulan como los escombros que lo ocultaban. Los forenses, como detectives del pasado, escudriñan cada hueso, cada detalle. Una puñalada entre la cuarta y quinta costilla, una herida fatal que habla de una violencia brutal. Las marcas en brazos y piernas, un intento de descuartizamiento, un acto macabro que añade una capa más de horror a este enigma. ¿Se cometió este acto atroz en vida o después de la muerte? La incertidumbre es un peso que aplasta.
La casa, testigo silencioso, guarda celosamente sus secretos. Antes de ser el hogar temporal de Cerati, fue un asilo de ancianos, una iglesia. ¿Cuántos secretos más se ocultan tras sus paredes? ¿Cuántas historias no contadas esperan ser desenterradas? Los objetos encontrados junto a los restos, pequeñas pistas en un océano de incógnitas. Un reloj Casio, modelo AC90, popular en los 80 y principios de los 90. Una moneda de cinco yenes. Un llavero naranja. La suela de un zapato. Objetos comunes, pero que en este contexto, adquieren una significación especial. Piezas que nos transportan a una época, que nos acercan, aunque sea un poco, a la vida de este joven desconocido.
El reloj, en particular, nos ofrece una ventana al pasado. Nos permite especular, con cautela, sobre la fecha del crimen. ¿Ocurrió a finales de los 80? ¿Principios de los 90? La moneda de cinco yenes, ¿un souvenir de un viaje? ¿Una pista sobre su origen o sus conexiones? Cada objeto es una pieza del rompecabezas, una pieza que los investigadores examinan con lupa, buscando la clave que desvele la identidad de la víctima y la verdad detrás de su trágico final. La premura con la que fue enterrado, en un hueco apenas suficiente para su estatura, sugiere un acto desesperado, un intento por ocultar un crimen. Un crimen que, después de tantos años, finalmente está saliendo a la luz, exigiendo justicia y respuestas.
La sombra de la sospecha, aunque fugaz, rozó al propio Gustavo Cerati. Pero las autoridades, tras una exhaustiva investigación, descartaron cualquier tipo de vinculación del artista con el caso. Cerati vivió en la casa de 2001 a 2003, mucho después de la probable fecha del crimen. Sin embargo, la conexión, aunque indirecta, añade un halo de misterio y fascinación a la historia. La casa que inspiró la música de uno de los artistas más importantes de Latinoamérica, ahora se convierte en el escenario de una investigación criminal.
La búsqueda de la verdad continúa. Los forenses trabajan incansablemente, analizando cada detalle, cada pista. La esperanza es que, tarde o temprano, se pueda identificar a la víctima, darle un nombre, una historia, y finalmente, llevar a los responsables ante la justicia. La casa de Cerati, un lugar que una vez vibró con música y creatividad, ahora se convierte en un símbolo de la lucha por la justicia, un recordatorio de que, incluso en la oscuridad, la verdad siempre encuentra la manera de salir a la luz.
Fuente: El Heraldo de México