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2 de julio de 2025 a las 04:35

Celosa furia: casi la lanza de un 3er piso

La violencia doméstica, una lacra que se esconde tras las paredes del hogar, volvió a mostrar su rostro brutal en el fraccionamiento Río Dorado de la ciudad de Durango. Un episodio que pudo haber terminado en tragedia, nos recuerda la vulnerabilidad de las mujeres ante la agresividad desmedida de sus parejas. José “N”, de 32 años, se convirtió en el protagonista de esta lamentable historia, tras agredir salvajemente a su pareja, una mujer de 43 años, e intentar, según testimonios, arrojarla desde el balcón de un tercer piso.

El detonante, aparentemente trivial, esconde la raíz del problema: la obsesión y el control. La negativa de la mujer a que José “N” revisara su teléfono celular desató la furia del agresor. Imaginemos la escena: una mujer que busca refugio en la intimidad del baño, un espacio que debería ser de seguridad, y un hombre que, cegado por la ira, derriba la puerta a patadas. La violencia verbal se transformó en física, en una lluvia de golpes que impactaron el rostro y el cuerpo de la víctima.

Pero lo más desgarrador, sin duda, es la presencia de los hijos de la pareja, testigos forzados de la brutalidad de su padre. Sus gritos y llantos, sus súplicas para que cesara la agresión, pintan un cuadro desolador. Niños que, en lugar de crecer en un ambiente de amor y seguridad, se ven expuestos a la violencia más cruda. ¿Qué secuelas emocionales dejará esta experiencia traumática en sus vidas?

Afortunadamente, la historia no culminó en tragedia. La víctima, en un acto de valentía y desesperación, logró escapar de las garras de su agresor y pedir auxilio a una patrulla estatal que, providencialmente, circulaba por la zona. La rápida intervención de las autoridades permitió la detención de José “N”, quien ahora se encuentra a disposición del Ministerio Público.

Este caso, que se investiga bajo los protocolos de violencia familiar y tentativa de feminicidio, pone de manifiesto la importancia de la actuación policial y la necesidad de una respuesta integral por parte de las instituciones. La víctima recibe atención médica y psicológica, un primer paso fundamental en el largo camino de la recuperación. Además, las autoridades evalúan medidas de protección para ella y sus hijos, buscando garantizar su seguridad y bienestar.

Es crucial destacar el papel de unidades especializadas como el Grupo Esmeralda y las patrullas rosas, quienes actúan como primera línea de defensa en situaciones de violencia doméstica. Su labor no se limita a la intervención policial, sino que también abarca la contención emocional, la orientación jurídica y la derivación a los recursos de apoyo necesarios.

La reclasificación del delito a tentativa de homicidio, cuando la agresión pone en riesgo la vida de la víctima, es un elemento clave en la persecución de estos crímenes. Peritajes clínicos y forenses se convierten en piezas fundamentales para acreditar la intención de matar, permitiendo que la justicia actúe con la severidad que estos casos requieren.

Este incidente en Río Dorado nos obliga a reflexionar sobre la magnitud del problema de la violencia de género en nuestra sociedad. No podemos seguir mirando hacia otro lado. Es necesario un compromiso conjunto, desde las instituciones hasta la ciudadanía, para prevenir, detectar y erradicar esta lacra que destruye vidas y familias. La educación en igualdad, la sensibilización social y el acceso a recursos de apoyo son pilares fundamentales para construir una sociedad donde las mujeres puedan vivir libres de violencia.

Fuente: El Heraldo de México