Diez años no son nada, o al menos eso parece para Bárbara de Regil y Fernando Schoenwald, quienes han renovado sus votos matrimoniales en una ceremonia tan peculiar como romántica en la vibrante ciudad de Las Vegas. Lejos del bullicio mediático que a menudo rodea a la actriz, la pareja se ha regalado una escapada íntima, sellando su amor una vez más bajo la atenta mirada de un imitador de Elvis Presley. Imaginen la escena: el Rey del Rock and Roll oficiando la unión, un testigo ataviado con el mismo traje icónico y la pareja, radiante, declarándose amor eterno. Una estampa digna de una película de Hollywood, con un toque de rebeldía y mucha personalidad, tal como Bárbara nos tiene acostumbrados.

Este acto espontáneo y lleno de simbolismo nos habla de la solidez de su relación. No se trata solo de una celebración, sino de una reafirmación del compromiso que adquirieron hace una década. "En las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad…", las palabras resonaban con fuerza en la capilla mientras la pareja se miraba a los ojos, recordando el camino recorrido y las promesas que los unieron.

El vestido elegido por Bárbara, un conjunto rojo pasión con detalles lenceros, no solo resaltaba su espectacular figura, sino que aportaba un toque de sensualidad y glamour a la ocasión. Un guiño a Marilyn Monroe con las zapatillas blancas y el lazo al frente, un detalle que no pasó desapercibido y que confirma el gusto de la actriz por los iconos clásicos de Hollywood. Una elección acertada para una ceremonia tan singular.

Pero, ¿cómo comenzó esta historia de amor? Gracias a la intervención de Cupido, personificado en esta ocasión por el primo de Bárbara, el reconocido conductor Marco Antonio Regil. Un encuentro casual, una presentación fortuita y… ¡flechazo! Según cuenta la propia Bárbara, el amor surgió a primera vista, a pesar de que la primera impresión no fue la más favorable. Schoenwald, seguro de sus sentimientos, declaró su intención de casarse con ella desde el primer momento, una audacia que sin duda conquistó el corazón de la actriz.

De aquel encuentro al compromiso en Chicago, y de ahí a la boda en la Hacienda Atongo en Querétaro en 2017, la historia de amor de Bárbara y Fernando ha sido un continuo crecimiento. Él, abogado con experiencia en el mundo de la construcción y los negocios, prefiere mantenerse alejado de los focos mediáticos, respetando la exposición pública de su esposa. Un equilibrio que parece funcionar a la perfección y que les permite disfrutar de su amor en la intimidad, salvo en ocasiones especiales como esta, donde deciden compartir con sus seguidores un pedacito de su felicidad.

Esta renovación de votos en Las Vegas no solo es una muestra del amor que se profesan, sino también una lección para todos: el amor hay que celebrarlo, renovarlo y gritarlo a los cuatro vientos, ya sea en una hacienda en Querétaro o en una capilla con Elvis Presley como maestro de ceremonias. La clave está en la conexión, en la complicidad y en las ganas de seguir construyendo un futuro juntos, tal como lo han hecho Bárbara de Regil y Fernando Schoenwald.