
1 de julio de 2025 a las 22:00
Trump recorta derechos humanos para financiar muro fronterizo
Más allá de las cifras y los fríos números, el llamado "gran y hermoso plan fiscal" de Donald Trump se revela como una estrategia política con profundas implicaciones, no solo en el ámbito económico, sino también en la seguridad y, crucialmente, en el respeto a los derechos humanos. La asignación de miles de millones de dólares para la construcción del muro fronterizo y el refuerzo de la infraestructura de detención migratoria, eclipsa cualquier argumento meramente recaudatorio y expone la verdadera naturaleza de la propuesta: una apuesta por la seguridad a costa de la vulnerabilidad humana.
Es innegable la importancia de la recaudación fiscal para el funcionamiento de un Estado. Sin embargo, cuando la obtención de recursos se instrumentaliza para financiar políticas que criminalizan la migración y vulneran los derechos fundamentales, se encienden las alarmas. La cifra de 46,000 millones de dólares destinados al muro fronterizo, sumada a los 45,000 millones para la expansión de centros de detención y el aumento de agentes del ICE, dibuja un panorama preocupante, donde la seguridad se construye sobre la exclusión y el miedo. Esto no es una simple cuestión de números, es una cuestión de principios.
Mientras se destinan ingentes cantidades de recursos a la construcción de barreras físicas y la militarización de la frontera, las necesidades reales de las personas migrantes quedan relegadas a un segundo plano. Personas que, en muchos casos, se ven obligadas a abandonar sus hogares en busca de una vida digna, huyendo de la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades. Es preciso recordar que la migración es un fenómeno complejo con múltiples causas, y abordarlo desde una perspectiva exclusivamente securitaria no solo es ineficaz, sino también inhumano.
El impacto de estas políticas se extiende más allá de las fronteras. El crecimiento de las remesas, como el aumento del 2.7% registrado en marzo, con 5,150 millones de dólares enviados a México, evidencia la importancia vital de estos recursos para millones de familias. Las remesas no son simplemente dinero, son una línea de vida para las comunidades más vulnerables, una inyección de esperanza en medio de la precariedad. Y no solo para México, sino también para otros países como la India y El Salvador, donde las remesas representan un porcentaje significativo de su Producto Interno Bruto.
La retórica xenófoba y las políticas de mano dura no solo atentan contra la dignidad de las personas migrantes, sino que también tienen consecuencias económicas negativas. La baja asistencia a eventos deportivos de gran envergadura, como el Mundial de Clubes, con apenas un 54% de ocupación en los estadios, es un claro ejemplo de cómo la discriminación y el miedo afectan la economía del propio país que las promueve.
En definitiva, el “gran y hermoso plan fiscal” de Donald Trump se presenta como una paradoja: una búsqueda de seguridad que genera inseguridad, una búsqueda de prosperidad que conduce a la pérdida económica, y una búsqueda de grandeza que se construye sobre la vulneración de los derechos humanos. Es un plan que ignora la realidad de la migración, la interdependencia de las economías y la importancia fundamental del respeto a la dignidad humana.
Fuente: El Heraldo de México