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1 de julio de 2025 a las 23:50

Tragedia: Explosión en fábrica farmacéutica

El estruendo resonó como un trueno, un rugido que desgarró la monotonía de la tarde del lunes en Sangareddy. La tierra tembló bajo los pies de los habitantes, muchos de los cuales sintieron la onda expansiva en sus hogares, a kilómetros de distancia del epicentro del desastre: la planta de Sigachi Industries. La imagen que se encontraron los primeros en llegar fue dantesca: una nube de humo negro y acre se elevaba hacia el cielo, mientras las llamas lamían los restos retorcidos de metal y hormigón. Donde antes se erguía una moderna instalación farmacéutica, ahora solo quedaba un esqueleto calcinado, un monumento a la tragedia que acababa de ocurrir. El aire, pesado por el olor a quemado y a productos químicos, dificultaba la respiración. Gritos de dolor y desesperación se mezclaban con el crepitar del fuego y el sonido de las sirenas que se acercaban.

Los relatos de los testigos presenciales son escalofriantes. Hablan de una explosión repentina, brutal, que los arrojó al suelo con una fuerza inusitada. Algunos describen cómo vieron a compañeros de trabajo salir despedidos por los aires, convertidos en proyectiles humanos. Otros, atrapados bajo los escombros, gritaban pidiendo auxilio, mientras el fuego se acercaba inexorablemente. La escena era un caos absoluto: familiares angustiados buscaban desesperadamente a sus seres queridos, mientras los equipos de rescate, con los rostros cubiertos de hollín y sudor, se afanaban por encontrar supervivientes entre los restos. Cada minuto que pasaba, la esperanza se desvanecía.

Las cifras, frías e impersonales, no logran capturar la magnitud del dolor. 39 vidas segadas en un instante, 34 familias destrozadas, un futuro truncado para decenas de personas. Más allá de las estadísticas, hay historias de lucha, de sacrificio, de sueños rotos. Padres que no volverán a ver crecer a sus hijos, hijos que han perdido a sus padres, familias que han quedado desamparadas.

La pregunta que todos se hacen es ¿cómo pudo ocurrir esto? ¿Cómo es posible que en una planta farmacéutica, un lugar donde se supone que se vela por la salud y el bienestar, se produzca una tragedia de tal magnitud? Las autoridades apuntan a una posible reacción química, pero la investigación exhaustiva que se ha iniciado deberá determinar las causas exactas del siniestro. Y, lo que es más importante, deberá identificar a los responsables y depurar responsabilidades. Porque más allá de las indemnizaciones anunciadas por el Primer Ministro Modi, lo que las familias exigen es justicia. Justicia para las víctimas, justicia para que este tipo de tragedias no se repitan.

Este incidente vuelve a poner en el punto de mira la precaria situación de la seguridad industrial en India. La falta de inversión en infraestructuras, el incumplimiento de las normativas de seguridad y la corrupción son problemas endémicos que se cobran vidas año tras año. La tragedia de Sangareddy no es un caso aislado. Es un síntoma de un problema más profundo, un recordatorio de la necesidad urgente de implementar medidas efectivas para proteger la vida de los trabajadores. La industria farmacéutica india, un gigante a nivel mundial, no puede permitirse seguir construyendo su éxito sobre la base de la precariedad y la inseguridad. El precio a pagar es demasiado alto.

Fuente: El Heraldo de México