La tranquilidad de la mañana en la glorieta Real Inn, a la salida a Guadalajara de la capital potosina, se vio abruptamente interrumpida. El escenario, aún marcado por los estragos de la inundación de la noche anterior, se convirtió en el punto de un incidente que ha generado revuelo en la ciudad: el atropellamiento del titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Juan Antonio de Jesús Villa Gutiérrez, mientras coordinaba un operativo de vialidad.

Imaginen la escena: las cuadrillas municipales aún trabajando en el desazolve, el tráfico intentando retomar su flujo normal después del caos pluvial, y el Comisario Villa Gutiérrez, al frente de la operación, velando por el bienestar de la ciudadanía. De pronto, la irrupción violenta de un taxi, que según los reportes, embistió de frente al mando policiaco. Un instante que congela la respiración, un recordatorio de lo impredecible que puede ser la vida, incluso en medio del deber cívico.

La noticia corrió como reguero de pólvora. La incertidumbre inicial dio paso a la preocupación por el estado de salud del Comisario. La SSPC, en un comunicado que buscó transmitir calma, informó que las lesiones de Villa Gutiérrez no eran de gravedad. Un suspiro colectivo de alivio recorrió la ciudad, aunque la indignación por las circunstancias del incidente comenzaba a gestarse.

Y es que, según la versión del gobierno capitalino, el conductor del taxi se encontraba en estado de ebriedad. Una vez detenido, se le practicó el examen de toxicología que confirmó la presunción. Este detalle añade una capa de gravedad al suceso. No solo se trata de un accidente, sino de una irresponsabilidad que pudo haber tenido consecuencias mucho más trágicas. La imprudencia al volante, agravada por el consumo de alcohol, se convierte en una amenaza latente para todos.

Este incidente nos obliga a reflexionar sobre la importancia de la responsabilidad individual en la seguridad vial. El Comisario Villa Gutiérrez, en el cumplimiento de su deber, se convirtió en víctima de la negligencia ajena. Su caso nos recuerda que la seguridad vial no es solo tarea de las autoridades, sino un compromiso compartido que exige la conciencia y el respeto de todos los ciudadanos.

La investigación en curso deberá esclarecer los detalles del accidente y determinar las responsabilidades correspondientes. Mientras tanto, el incidente sirve como un llamado a la prudencia, a la conciencia y a la necesidad de fortalecer las medidas para prevenir la conducción bajo los efectos del alcohol. La vida del Comisario Villa Gutiérrez, y la de todos los que transitamos por las calles de San Luis Potosí, no puede quedar a merced de la irresponsabilidad.

Esperamos la pronta recuperación del Comisario y confiamos en que este incidente sirva como catalizador para un cambio positivo en la cultura vial de nuestra ciudad. La seguridad de todos es una tarea que nos compete a todos.