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1 de julio de 2025 a las 05:05

Tragedia en la Terminal: Mujer fallece arrollada

La tragedia tiñó de gris la tarde del lunes en la terminal México-Texcoco. Una mujer, con las bolsas del mandado aún en sus manos, llenas de la promesa de una cena familiar, vio su camino truncado de la manera más abrupta. Su anhelo de volver a casa se convirtió en una fría estadística, un recordatorio doloroso de la fragilidad de la vida en el bullicio cotidiano.

Testigos presenciales, aún conmocionados por la escena, relataron la secuencia de los hechos con voz entrecortada. La imagen de la mujer cruzando la avenida, ajena al peligro inminente, se repetía en sus mentes. Según sus declaraciones, el autobús, con el número económico 6853 grabado en su costado, no debería haber girado en ese punto. Un giro indebido, una imprudencia quizás, que segó una vida y dejó una estela de interrogantes.

El impacto resonó en el aire, seguido de gritos de horror y el chirrido de llantas. La actividad frenética de la terminal se detuvo en seco. Las bolsas del mandado, ahora esparcidas por el asfalto, junto a un zapato solitario, se convirtieron en un símbolo desgarrador de la vida interrumpida. La escena, congelada en el tiempo, esperaba la llegada de las autoridades.

Pronto, el ulular de las sirenas rompió el silencio. La policía acordonó la zona, creando un perímetro de cinta amarilla que contrastaba con la crudeza del suceso. Los peritos, con la meticulosidad propia de su labor, comenzaron a recabar evidencias, buscando respuestas en las marcas de las llantas, en la posición del cuerpo, en cada detalle que pudiera arrojar luz sobre la tragedia.

La unidad de transporte, inmóvil y silente, se convertía en un mudo testigo del drama. El conductor, detenido en el lugar, aguardaba su destino, mientras la justicia comenzaba a tejer su red en torno a las circunstancias del accidente.

Mientras tanto, la identidad de la mujer seguía siendo un misterio. Un nombre, una historia, una vida reducida a una silueta bajo una lona blanca. ¿Quién era ella? ¿Una madre, una hija, una esposa? ¿A quién esperaba en casa esa cena que nunca llegaría? Preguntas que flotaban en el aire, esperando respuesta en medio del dolor y la incertidumbre.

La terminal México-Texcoco, habitualmente un hervidero de gente que va y viene, se sumió en un silencio inusual. La tragedia había dejado su huella, un recordatorio de la importancia de la precaución, del respeto a las normas de tránsito, del valor incalculable de cada vida humana. Un llamado a la reflexión en medio del caos de la ciudad. La investigación continúa, buscando esclarecer las causas del accidente y determinar las responsabilidades. Pero más allá de los peritajes y los dictámenes legales, queda el vacío de una vida perdida, una ausencia que resonará en el corazón de quienes la conocieron y en la memoria colectiva de la terminal.

Fuente: El Heraldo de México