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1 de julio de 2025 a las 22:05

Guía culpable: Juliana cae en volcán y muere

La tragedia de Juliana Marins en el volcán Rinjani ha conmocionado a Brasil y ha puesto en el ojo del huracán la seguridad de las expediciones turísticas en Indonesia. El desgarrador relato de su padre, Manoel Marins, dibuja un panorama de presunta negligencia que habría sellado el destino de la joven publicista de 26 años. Según su testimonio, el guía, responsable de la seguridad del grupo, abandonó a Juliana para fumar con otros montañistas, dejándola vulnerable al fatal accidente. Esta acusación, de ser comprobada, representaría una grave falla en el protocolo de seguridad y una irresponsabilidad imperdonable.

La imagen del rescatista Bung Agam descendiendo los 600 metros hasta el lugar donde yacía el cuerpo de Juliana, ilustra la complejidad del terreno y la dificultad del rescate. Un descenso descrito como “extremadamente desafiante” que nos permite vislumbrar el sufrimiento que Juliana debió soportar durante los tres largos días que permaneció herida y a la espera de auxilio. Imaginemos la angustia, la soledad, el dolor físico y emocional que la joven brasileña experimentó en ese abismo, abandonada a su suerte.

Las palabras de Manoel Marins, cargadas de dolor e indignación, apuntan no solo al guía, sino también a la empresa que vendió el tour y a las autoridades del parque, a quienes acusa de lentitud en la respuesta y falta de asunción de responsabilidades. "Los venden en puestos", denuncia, sugiriendo una preocupante falta de control y profesionalismo en la oferta de estas expediciones. La ausencia de una disculpa o reconocimiento del error por parte de los responsables agrava aún más el dolor de la familia.

A la tragedia de la pérdida se suma la indignación por el retraso en la repatriación del cuerpo. La hermana de Juliana, Mariana Marins, ha utilizado las redes sociales para denunciar públicamente a Emirates Airlines, alegando que el cuerpo no cupo en el vuelo debido al hacinamiento en el compartimento de equipaje. Una situación inconcebible que añade una capa más de dolor e impotencia a la familia, que solo desea dar el último adiós a Juliana en su tierra natal.

La posibilidad de una segunda autopsia en Brasil abre nuevas interrogantes sobre las circunstancias exactas de la muerte. ¿Se podría haber evitado la tragedia si el guía hubiera cumplido con su deber? ¿Hubo demoras innecesarias en el rescate que agravaron las heridas de Juliana? Estas son preguntas que exigen respuestas y que las autoridades deben investigar a fondo para esclarecer los hechos y, de ser necesario, depurar responsabilidades. La memoria de Juliana y la tranquilidad de su familia merecen justicia. Este caso debe servir como un llamado de atención para reforzar la seguridad en el turismo de aventura y garantizar que ninguna otra familia tenga que pasar por un dolor similar.

Fuente: El Heraldo de México