
1 de julio de 2025 a las 06:35
Descubre al Cristo gigante oculto en un Pueblo Mágico
Tepotzotlán, un nombre que evoca imágenes de calles empedradas, casonas coloniales y un aire de tranquilidad atemporal. Pero más allá de la belleza evidente de este Pueblo Mágico, se esconde un coloso de madera, un gigante dormido que espera ser descubierto: el Señor del Nicho. Imaginen una figura de Cristo crucificado, tan imponente que opaca incluso a la estatua de Abraham Lincoln en Washington D.C. Siete metros de devoción tallada en madera, una obra maestra del virreinato que se resguarda con discreta majestuosidad en el corazón de Tepotzotlán.
No es solo su tamaño lo que impresiona, sino la historia que susurra a través de los siglos. Imaginen a los artesanos novohispanos, imbuidos de una fe ferviente, dando vida a esta monumental escultura en el siglo XVII. Piensen en las manos que trabajaron la madera, en la devoción que guió cada cincelada, en el propósito de crear una obra que trascendiera el tiempo. El Señor del Nicho es un testimonio tangible de la profunda religiosidad que marcó la época virreinal, una expresión artística que nos conecta con el pasado y nos invita a reflexionar sobre la fe y la historia.
Su ubicación, en el Templo de San Francisco Javier, anexo al prestigioso Museo Nacional del Virreinato, añade otra capa de significado a la experiencia. Este complejo arquitectónico, joya del barroco mexicano, es un verdadero festín para los sentidos. Recorrer sus pasillos, admirar sus patios y capillas, es como viajar en el tiempo, sumergirse en un mundo de arte, historia y espiritualidad. Y en medio de esta riqueza cultural, el Señor del Nicho emerge como un tesoro escondido, una sorpresa monumental que aguarda a ser descubierta.
A diferencia de otras obras de arte que se exhiben con ostentación, el Señor del Nicho se presenta con una humildad sorprendente. Su nicho, un espacio discreto y recogido, lo protege del bullicio exterior, creando una atmósfera de intimidad y recogimiento. Este contraste entre la grandeza de la escultura y la sencillez de su entorno intensifica la experiencia, invitando a la contemplación y la reflexión.
La comparación con la estatua de Abraham Lincoln, un ícono de la cultura estadounidense, sirve para dimensionar la magnitud del Señor del Nicho. Mientras que la figura sedente de Lincoln alcanza los 5.8 metros, el Cristo de Tepotzotlán se eleva hasta los 7 metros, una diferencia que lo convierte en una de las esculturas de madera más grandes del mundo.
Llegar a Tepotzotlán es una aventura en sí misma. A pocos kilómetros de la Ciudad de México, este Pueblo Mágico ofrece una escapada ideal para quienes buscan un respiro del ritmo frenético de la urbe. Ya sea en automóvil particular o en transporte público, el viaje es un preámbulo a la experiencia que espera al visitante. Recorrer sus calles empedradas, saborear su gastronomía y dejarse envolver por su atmósfera colonial, es una experiencia inolvidable.
Y en el corazón de este encantador pueblo, el Señor del Nicho espera pacientemente, un gigante de madera que nos invita a descubrir la historia, el arte y la fe que se esconden en cada rincón de México. No es solo una visita, es un viaje a través del tiempo, una experiencia que quedará grabada en la memoria. Así que, si buscan una aventura que combine la belleza de un Pueblo Mágico con la majestuosidad de una obra de arte única, Tepotzotlán y el Señor del Nicho les esperan con los brazos abiertos.
Fuente: El Heraldo de México