Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Noticias Locales

1 de julio de 2025 a las 02:40

Socavón en Iztapalapa: ¿Drenaje culpable?

La tierra se abrió bajo los pies de los habitantes de la colonia José López Portillo en Iztapalapa. Un boquete amenazante, de cuatro metros de radio y dos de profundidad, se tragó un pedazo de la Avenida Las Torres y la calle 20 este lunes 30 de junio. El escenario, digno de una película de catástrofes, paralizó la zona y obligó a los equipos de emergencia a acordonar el perímetro, a la espera de los expertos de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil y la Secretaría de Gestión Integral de Agua.

El tráfico, como era de esperarse, se vio severamente afectado. El socavón, un monstruo de asfalto y tierra, engulló ambos carriles de la avenida en dirección a Canal de Chalco, obligando a los conductores a buscar rutas alternativas, como Periférico. La escena, iluminada por las luces de emergencia, se convirtió en un recordatorio palpable de la fragilidad de la infraestructura urbana.

Las primeras hipótesis apuntan a una fuga en el drenaje que serpentea bajo las calles de la colonia. Las intensas lluvias que azotaron la Ciudad de México la tarde-noche del lunes seguramente contribuyeron al desastre, reblandeciendo el terreno y acelerando el proceso de erosión. Sin embargo, las autoridades se mantienen cautelosas, realizando las investigaciones pertinentes para determinar con exactitud la causa de este fenómeno geológico.

Un socavón, esa herida repentina en la piel de la tierra, es un recordatorio de las fuerzas invisibles que actúan bajo nuestros pies. Se forma cuando el suelo, debilitado por la erosión o la desaparición del sustrato, cede ante el peso de la superficie. Este proceso, que puede ocurrir tanto en zonas urbanas como rurales, es un testimonio de la implacable acción de la naturaleza, a veces exacerbada por la intervención humana.

La erosión subterránea, un proceso silencioso y constante, es la principal culpable de estos hundimientos. El agua, en su incesante fluir, disuelve las rocas solubles como la piedra caliza, el yeso o la sal, creando cavidades subterráneas. Estas cavidades, como burbujas en la masa terrestre, crecen hasta que la superficie, incapaz de soportar su propio peso, colapsa.

En las ciudades, las fugas en las redes de agua potable, drenaje o alcantarillado se convierten en cómplices de la erosión. El agua, escapando de las tuberías dañadas, socava los cimientos de la ciudad, creando un laberinto de túneles subterráneos que tarde o temprano se derrumban. Y cuando las lluvias torrenciales hacen su aparición, el riesgo se multiplica. El agua, empapando el suelo, lo convierte en una masa inestable, propensa a los desprendimientos.

El socavón de Iztapalapa no es un caso aislado. Es una señal de alerta, un llamado a la reflexión sobre la importancia de mantener una infraestructura urbana sólida y resistente. Es un recordatorio de que la tierra, a pesar de su aparente firmeza, es un sistema dinámico y vulnerable, y que debemos respetarla y cuidarla si queremos evitar futuras tragedias. La imagen del enorme hueco en la avenida, como una boca abierta que amenaza con tragarse la ciudad, debería permanecer en nuestra memoria como un llamado a la prevención y a la responsabilidad.

Fuente: El Heraldo de México