La lucha contra el huachicol se intensifica. No se trata solo de un golpe a una red, sino de una declaración de guerra contra este delito que desangra a la nación. La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido clara: la erradicación del robo de hidrocarburos es una prioridad inamovible. Se retoma la antorcha de la lucha iniciada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, y se redoblan esfuerzos para desmantelar las intrincadas redes de delincuencia que operan en la sombra.

Imaginen la magnitud de la operación: meses de investigación meticulosa, seguimientos sigilosos, análisis de datos, un trabajo conjunto entre la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), la Secretaría de la Defensa Nacional (Defensa), la Secretaría de Marina (Semar), la Fiscalía General de la República (FGR), la Guardia Nacional (GN) y la policía de la Ciudad de México. Una sinergia de fuerzas que culminó en un golpe histórico.

No son simples números, son 21 tractocamiones, 14 semirremolques, vehículos de alta gama, armas de fuego, cartuchos, un arsenal incautado a esta célula delictiva. Millones de pesos en efectivo, testigo silencioso del lucro ilícito. Dos tomas clandestinas clausuradas, símbolo de la recuperación del control. Más de 30 detenidos, que deberán responder ante la justicia.

Pero la lucha no se limita a la interceptación de los ductos. La mirada está puesta también en los puertos, en las fronteras terrestres. Se investiga la posible entrada de combustible robado desde otros países. Un esfuerzo por cerrar todas las vías de acceso a este mercado negro.

La corrupción no tendrá cabida. Se investiga a funcionarios de todos los niveles. No se protegerá a nadie. Caiga quien caiga. Esa es la premisa. La transparencia y la rendición de cuentas son pilares fundamentales en esta batalla.

La pregunta es ¿cómo impactará este golpe al huachicol en el bolsillo de los mexicanos? ¿Se traducirá en una mayor estabilidad en los precios de los combustibles? ¿Se reforzará la seguridad en las comunidades afectadas por este delito?

La lucha continúa. No es una tarea sencilla. Es un reto que exige perseverancia, inteligencia y la colaboración de todos. Pero el mensaje es claro: el huachicol no quedará impune. El Estado mexicano está decidido a erradicarlo de raíz. Se está construyendo un futuro donde la energía sea un bien para todos, no un botín para unos cuantos.