
30 de junio de 2025 a las 07:55
Realeza noruega: escándalo de abuso
La sombra de la sospecha se cierne sobre la Casa Real Noruega. Lo que comenzó como un rumor, un susurro en los pasillos del poder, se ha convertido en una tormenta mediática que amenaza con desestabilizar los cimientos de la monarquía. Marius Borg Høiby, hijastro del Príncipe Heredero Haakon, se encuentra en el ojo del huracán, acusado de una serie de delitos que van desde la violación hasta la agresión y las amenazas. La noticia ha conmocionado a la sociedad noruega, acostumbrada a la imagen impoluta de su familia real.
La Policía de Oslo, tras una exhaustiva investigación que se ha prolongado durante meses, ha destapado una caja de Pandora llena de acusaciones inquietantes. El comunicado de prensa emitido por la corporación policial detalla un panorama desolador: tres violaciones, cuatro casos de conducta sexual ofensiva, dos lesiones corporales, amenazas… la lista continúa, pintando un retrato preocupante del joven Borg Høiby. La meticulosidad de la investigación queda patente en la descripción del proceso: "un gran número de entrevistas a testigos, varias búsquedas y una revisión de extenso material digital". No han dejado piedra sin remover en su afán por llegar al fondo del asunto.
La gravedad de las acusaciones se ve reflejada en las tres detenciones de Høiby. El primer arresto, en relación con un incidente en Frogner, marcó el inicio de la pesadilla. Le siguieron dos detenciones más, una por violar una orden de alejamiento y otra por riesgo de destrucción de pruebas. Este último detalle, la posibilidad de que Høiby intentara ocultar evidencias, añade una capa adicional de turbiedad al caso. La prisión preventiva de una semana, bajo la acusación de dos violaciones sin coito, subraya la seriedad con la que las autoridades noruegas están tomando las acusaciones.
Sin embargo, la complejidad del caso no termina ahí. La Policía de Oslo ha admitido que algunas de las acusaciones han sido desestimadas. La falta de pruebas suficientes o la prescripción de los delitos, debido al transcurso del tiempo, han impedido que se procediera judicialmente en todos los casos. Este matiz introduce un elemento de incertidumbre en la narrativa. ¿Son estas desestimaciones un indicio de la inocencia de Høiby en algunos de los cargos? ¿O se trata simplemente de una limitación del sistema judicial? Las preguntas sin respuesta alimentan la especulación y mantienen a la opinión pública en vilo.
El abogado de la Policía de Oslo, Andreas Kruszewski, ha jugado un papel clave en la comunicación del caso. Sus declaraciones, cuidadosamente medidas, buscan transmitir transparencia sin comprometer la investigación. No obstante, la presión mediática es inmensa. Cada palabra, cada gesto, cada silencio es analizado e interpretado, buscando pistas que puedan arrojar luz sobre este oscuro episodio.
La Casa Real, por su parte, mantiene un silencio sepulcral. La discreción habitual se ha transformado en un mutismo casi absoluto, roto únicamente por comunicados escuetos que expresan su "preocupación" y "respeto por el proceso judicial". La princesa Mette-Marit, madre de Marius Borg Høiby, se encuentra en una situación particularmente delicada. El escrutinio público se cierne sobre ella, cuestionando su papel en la educación de su hijo y su responsabilidad en los supuestos actos cometidos.
El futuro de Marius Borg Høiby, y en cierta medida el de la monarquía noruega, pende de un hilo. El proceso judicial que se avecina determinará su culpabilidad o inocencia. Mientras tanto, la sociedad noruega observa con una mezcla de fascinación y horror el desarrollo de este drama real que ha puesto al descubierto las fragilidades de una institución aparentemente intocable.
Fuente: El Heraldo de México