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30 de junio de 2025 a las 09:15

La atacan, la fortalecen.

La estrategia de Claudia Sheinbaum frente a las embestidas de la ultraderecha, tanto estadounidense como mexicana, se ha convertido en un caso de estudio en política contemporánea. Lejos de debilitarla, cada ataque parece fortalecer su imagen, consolidando su liderazgo a nivel nacional e internacional. Su respuesta firme, pero diplomática, ante las acusaciones infundadas y los intentos de desprestigio, resuena con una población harta de la injerencia extranjera y la corrupción interna.

El contraste entre la postura de Sheinbaum y la de la oposición es abismal. Mientras la Presidenta se erige como defensora de la soberanía nacional, los líderes de la oposición, al replicar el discurso trumpista, se perciben como vendepatrias, desconectados de la realidad del país. Esta dinámica no solo erosiona la credibilidad de la oposición, sino que refuerza la imagen de Sheinbaum como una líder comprometida con los intereses de México.

Analizando el contexto internacional, observamos un patrón similar en otros líderes que han confrontado a figuras como Donald Trump. Desde Justin Trudeau en Canadá, hasta Emmanuel Macron en Francia y Volodymyr Zelenskyy en Ucrania, la firmeza ante la presión externa se traduce en un aumento de la popularidad. Este fenómeno sugiere que, en un mundo cada vez más polarizado, la defensa de la soberanía y la dignidad nacional se convierten en valores altamente apreciados por la ciudadanía.

En el caso de México, la situación se agrava por la histórica interferencia de Estados Unidos en la política interna del país. Las acusaciones sin fundamento del Departamento del Tesoro contra instituciones financieras mexicanas, lejos de intimidar a la población, generan un sentimiento de rechazo hacia la injerencia extranjera y fortalecen la narrativa de Sheinbaum como garante de la soberanía nacional.

La oposición, al alinearse con el discurso trumpista, cae en una trampa política. No solo se deslegitima ante la mayoría de la población, sino que inadvertidamente contribuye al crecimiento político de Sheinbaum. Cada ataque, cada acusación, cada intento de desprestigio, se convierte en una oportunidad para que la Presidenta reafirme su compromiso con el país y consolide su liderazgo.

Este escenario plantea una paradoja: la oposición, en su afán de debilitar a Sheinbaum, termina fortaleciéndola. Su discurso, calcado del trumpismo, carece de credibilidad y resuena únicamente en un sector minoritario de la población. Mientras tanto, Sheinbaum capitaliza la indignación popular y se consolida como la figura central de la política mexicana.

La pregunta que surge es: ¿hasta cuándo seguirá la oposición con esta estrategia autodestructiva? ¿Comprenderán que, al replicar el discurso de Trump, no solo se debilitan a sí mismos, sino que contribuyen al ascenso de la figura que intentan derribar? El tiempo dirá. Mientras tanto, Sheinbaum continúa su ascenso, impulsada, paradójicamente, por las mismas fuerzas que pretenden detenerla. La lección es clara: en política, la firmeza, la dignidad y la defensa de la soberanía nacional, son valores que resuenan con fuerza en la ciudadanía.

Fuente: El Heraldo de México