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30 de junio de 2025 a las 08:25
¡Chalco bajo el agua!
La furia del agua se ha desatado sobre el Valle de México. Las incesantes lluvias, como un llanto desconsolado del cielo, han puesto a prueba la infraestructura de la ciudad y sus alrededores, dejando a su paso un rastro de inundaciones y desbordamientos que mantienen en vilo a la población. El Canal de Chalco, en la siempre vulnerable alcaldía de Tláhuac, ha sucumbido ante la implacable fuerza del agua. Imaginen la escena: el nivel del agua ascendiendo, tragándose el paisaje, hasta alcanzar una profundidad de dos metros en su punto más crítico, en la colonia Los Reyes. Afortunadamente, la furia del agua se contuvo antes de alcanzar las casas habitación, aunque un rancho, erigido a desnivel de la vialidad, no corrió con la misma suerte, quedando sumergido bajo el manto acuático. La vialidad, carente de un sistema de drenaje adecuado, se transformó en un inmenso charco de 500 metros de longitud, una trampa líquida que dificulta el tránsito y pone de manifiesto la fragilidad de la infraestructura urbana. Las autoridades, conscientes de la gravedad de la situación, han desplegado equipos especializados, como el “Hércules”, para combatir las inundaciones y devolver la calma a la zona.
Pero la historia no termina ahí. Al norte de la ciudad, en la alcaldía Azcapotzalco, el Río de las Armas, otro de los cauces vitales de la capital, también ha rebasado sus límites. Aunque el desbordamiento ha sido leve, la angustia se ha apoderado de los habitantes de San Pedro Xalpa, donde dos viviendas, construidas a desnivel de la vialidad, han sufrido inundaciones en su interior. El agua, infiltrándose sigilosamente, ha manchado las paredes, empapado los muebles y robado la tranquilidad del hogar.
Y la situación se extiende más allá de los límites de la Ciudad de México. En el municipio de Naucalpan, Estado de México, el Río Hondo, un gigante dormido que ahora despierta con furia, también se ha desbordado. Colonias como Pastores, 10 de Abril, Rivera y Colón de Echegaray, nombres que evocan tranquilidad y bienestar, se han convertido en un escenario de inundaciones, donde el agua se ha apoderado de las calles, convirtiéndolas en ríos improvisados. Las redes sociales, convertidas en un hervidero de voces, amplifican la angustia de los afectados, reportando inundaciones en El Conde y otras zonas del municipio.
Las autoridades, en una carrera contra el tiempo, trabajan arduamente para controlar la situación. Bomberos, personal de Protección Civil y voluntarios se despliegan por las zonas afectadas, brindando apoyo a los damnificados y luchando por contener el avance del agua. La solidaridad, ese valor que emerge en los momentos de crisis, se hace presente en cada gesto de ayuda, en cada mano extendida, en cada palabra de aliento. Mientras tanto, la lluvia persiste, como un recordatorio constante de la vulnerabilidad de la ciudad ante la fuerza de la naturaleza. La pregunta que queda en el aire es: ¿estamos preparados para enfrentar los retos que nos impone el cambio climático? ¿Qué medidas se tomarán para evitar que estas escenas de inundación y desesperación se repitan en el futuro?
Fuente: El Heraldo de México