
30 de junio de 2025 a las 21:35
Alerta: Barry azota Tamaulipas
La zozobra se respira en el aire húmedo del sur de Tamaulipas. Las incesantes lluvias de la tormenta tropical Barry, como un tamborileo constante, mantienen en vilo a la población, que observa con preocupación el ascenso implacable de las aguas. Calles convertidas en ríos, árboles vencidos por la fuerza del viento, familias desplazadas de sus hogares… la imagen se repite en Tampico, Madero y Altamira, tres ciudades hermanas unidas ahora por la amenaza común.
En Tampico, la alcaldesa Mónica Villarreal, con el rostro marcado por la responsabilidad, dirige las operaciones de monitoreo. El río Tamesí, arteria vital de la región, se ha convertido en una amenaza latente. Sus aguas, embravecidas por la tormenta, ya han alcanzado la colonia Moscú, obligando a los vecinos a buscar refugio en zonas más altas. La solidaridad de los tampiqueños se ha hecho patente en el domo del Centro de Bienestar y Paz de la colonia Vicente Guerrero, donde se ha brindado cobijo y asistencia a las familias afectadas. La incertidumbre se palpa en cada mirada, en cada gesto, mientras esperan el cese de las lluvias.
En Ciudad Madero, el alcalde Erasmo González Robledo, con la voz firme y serena que exige la situación, ha puesto en alerta máxima a todos los cuerpos de emergencia. Consciente de la vulnerabilidad de algunos sectores de la población, ha hecho un llamado especial a la protección de los adultos mayores, instando a la comunidad a estar atentos a cualquier llamado de auxilio. Su mensaje, claro y conciso, resuena en las calles anegadas: evitar circular por zonas inundadas y proteger a los niños, impidiéndoles jugar en las aguas contaminadas. La prevención, en estos momentos, es la mejor arma.
Altamira, por su parte, enfrenta un desafío particular. La laguna de Champayán, espejo de agua que en tiempos de calma embellece el paisaje, ahora se presenta como una amenaza inminente. Sus aguas, alimentadas por los escurrimientos del río Tamesí y las intensas precipitaciones, han superado el nivel crítico, alcanzando la alarmante cifra de 1.92 metros, 28 centímetros más que lo registrado durante la tormenta Alberto en 2024. El parque a la orilla de la laguna, otrora lugar de esparcimiento, ahora yace sumergido bajo las aguas. El muelle del mercado de pescados y mariscos, corazón comercial de la zona, permanece inundado, obligando a la suspensión de las actividades. La imagen del pescado fresco, dispuesto en las mesas para la venta, ha sido reemplazada por la desolación y la preocupación de los comerciantes.
En las comunidades ribereñas del Tamesí, la situación es aún más crítica. Familias enteras han sido evacuadas de sus hogares, enfrentando la angustia de la pérdida y la incertidumbre del futuro. Mientras tanto, en la zona urbana, las autoridades luchan por mantener las inundaciones bajo control, trabajando incansablemente para evitar mayores daños materiales. La solidaridad de los vecinos, organizados en brigadas de apoyo, se suma a los esfuerzos de los cuerpos de rescate, demostrando que, en los momentos de adversidad, la unión hace la fuerza.
La tormenta Barry, con su furia desatada, ha puesto a prueba la resiliencia de los tamaulipecos. Pero, a pesar de la angustia y la incertidumbre, se percibe en el aire un espíritu de lucha, una determinación inquebrantable de superar la adversidad. Y mientras las lluvias continúan, la esperanza se mantiene firme, como un faro en la tormenta, iluminando el camino hacia la recuperación.
Fuente: El Heraldo de México