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29 de junio de 2025 a las 05:10

Descubre el Primer Nombre Femenino de la Historia

Sumérjanse en las arenas del tiempo, en una época donde los jeroglíficos susurraban los secretos de los faraones y las pirámides besaban el cielo. Allí, en el albores de la civilización egipcia, encontramos un nombre que resuena a través de los milenios: Neithhotep. Un nombre que no solo representa a una mujer, sino que encarna el poder, la influencia y la importancia de la figura femenina en una época donde la historia a menudo las silencia.

Imaginen un mundo donde el Egipto unificado era apenas un sueño, un mosaico de reinos luchando por el dominio. En ese escenario, Neithhotep emerge, no como una sombra detrás de un hombre poderoso, sino como una figura con luz propia. Su nombre, "Neith está satisfecha", invoca a la diosa guerrera y protectora Neith, una deidad venerada en el Bajo Egipto, lo que nos sugiere una mujer de temple, con una fuerza interior capaz de rivalizar con cualquier faraón.

Si bien existe un debate académico sobre si fue esposa de Narmer, el legendario unificador de Egipto, o de su sucesor, Aha, lo que es indiscutible es el papel crucial que Neithhotep desempeñó en la consolidación del poder real en las primeras dinastías. No era una mera consorte, sino una figura clave en la compleja trama política de la época, una mujer cuya influencia se extendía más allá del harén real.

Su tumba monumental en Naqada, cerca de Abydos, es un testimonio silencioso de su grandeza. No se trata de una simple sepultura, sino de una declaración, una muestra del respeto y la reverencia que inspiraba. Imaginen la procesión funeraria, el lamento de las multitudes, la solemnidad del ritual que acompañó a esta reina a su descanso eterno. Esa tumba, una de las más antiguas atribuidas a una mujer, es un eco de su poder, un susurro de su historia que llega hasta nosotros a través de los siglos.

Pero lo más fascinante de Neithhotep es que su nombre, inscrito en sellos de arcilla, en inscripciones y estructuras funerarias, es el primer registro femenino con una representación fonética clara. Es una ventana a un pasado remoto, una prueba tangible de la existencia y la importancia de las mujeres en las primeras etapas de la historia humana. Neithhotep no es solo un nombre, es un símbolo, un faro que ilumina la contribución a menudo olvidada de las mujeres en la construcción de las civilizaciones.

Su historia nos invita a reflexionar sobre la invisibilidad histórica de las mujeres. ¿Cuántas Neithhoteps han existido, cuyos nombres se perdieron en las arenas del tiempo, cuyos logros fueron eclipsados por la narrativa dominante? Neithhotep nos recuerda que la historia es un tapiz complejo, y que las mujeres siempre han estado presentes, tejiendo sus hilos, dejando su huella imborrable, aunque a menudo invisible. Su nombre, resonando a través de más de 5.200 años, es un llamado a recuperar esas historias silenciadas, a reconstruir la memoria completa de la humanidad. Es una invitación a mirar más allá de los nombres conocidos, a buscar en las sombras del pasado las huellas de aquellas mujeres que, como Neithhotep, forjaron el mundo en el que vivimos.

Fuente: El Heraldo de México