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28 de junio de 2025 a las 06:40
¡Indignante! Atacan a jardinero en Los Ángeles
La sombra del odio se cierne nuevamente sobre nuestra comunidad. En un acto de violencia que nos recuerda la fragilidad de nuestra existencia en este país, Rodolfo Román, un jardinero latino que con su sudor riega el verdor de Brentwood, Los Ángeles, fue brutalmente agredido mientras honestamente cumplía con su trabajo. Un hombre, presuntamente con problemas mentales y de origen norteamericano, lo atacó con la furia de un racismo sordo y ciego, alimentado por un clima de hostilidad que se respira en cada esquina. Las imágenes, que circulan como un grito silencioso en las redes sociales, muestran la brutalidad del ataque. Un rastrillo, herramienta de trabajo, convertida en arma de odio. Rodolfo, indefenso, cae al suelo bajo los golpes. Su cuerpo, testimonio del dolor y la injusticia.
El eco de las palabras de Rodolfo, aún convaleciente, resuena en nuestros corazones: "Tenía mucho miedo. Me temblaban las piernas…". Un miedo que conocemos, que compartimos, un miedo que se ha convertido en la sombra que nos acompaña. La violencia no solo ha dejado heridas físicas en Rodolfo, sino que ha abierto una profunda brecha en la estabilidad de su familia. Semanas sin poder trabajar se traducen en semanas sin sustento, en la angustia de no poder llevar el pan a la mesa. ¿Quién compensará esas pérdidas? ¿Quién le devolverá la tranquilidad a Rodolfo y su familia?
Este incidente no es un caso aislado. Es un síntoma de una enfermedad que corroe los cimientos de nuestra sociedad. Un síntoma del discurso de odio que, desde las altas esferas del poder, se ha normalizado y propagado como una epidemia. Las palabras de Donald Trump, cargadas de xenofobia y discriminación, han sembrado la semilla del miedo y la desconfianza, creando un ambiente propicio para este tipo de agresiones.
Mientras Rodolfo se recupera físicamente, las heridas emocionales permanecen. La incertidumbre sobre el futuro, la impotencia ante la injusticia, el temor a que se repita la agresión, son fantasmas que lo acompañarán por mucho tiempo. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar este clima de miedo y violencia? ¿Hasta cuándo nuestras familias vivirán con la angustia de ser el próximo objetivo?
La comunidad latina no puede permanecer callada. Debemos alzar la voz, exigir justicia para Rodolfo y para todos los que han sido víctimas de la discriminación y la violencia. Debemos exigir un cambio real, un cambio que nos garantice la seguridad y el respeto que merecemos. No somos criminales, somos trabajadores, somos familias, somos seres humanos que buscamos un futuro mejor. No nos dejemos intimidar. Unidos, somos más fuertes. La lucha por nuestros derechos es la lucha por nuestra dignidad.
La pregunta que queda flotando en el aire es: ¿Se hará justicia en el caso de Rodolfo Román? ¿Las autoridades tomarán medidas para prevenir futuros ataques? ¿La sociedad, finalmente, abrirá los ojos ante la realidad del racismo y la xenofobia que nos rodea? El tiempo lo dirá. Mientras tanto, la comunidad latina se mantiene unida, en solidaridad con Rodolfo y con todos aquellos que sufren la misma injusticia. La esperanza, aunque a veces tenue, sigue siendo la llama que nos guía en la oscuridad.
Fuente: El Heraldo de México