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27 de junio de 2025 a las 16:30

Tragedia juvenil en arrancones

La imprudencia juvenil vuelve a ser protagonista en un impactante accidente ocurrido el pasado jueves en Ocosingo, Chiapas. Dos alumnos del Centro de Bachillerato Tecnológico 91, en la efervescencia de la adolescencia, se vieron involucrados en una peligrosa competencia de velocidad a bordo de sus motocicletas, popularmente conocida como "arrancones". Lo que comenzó como una demostración de destreza y osadía, terminó abruptamente en un escabroso choque contra un automóvil Audi, dejando al descubierto la falta de previsión y la ausencia de medidas de seguridad elementales.

Las imágenes, que rápidamente circularon por las redes sociales, muestran la cruda realidad del incidente. No solo uno, sino dos menores de edad participaban en esta arriesgada actividad. Uno a bordo de una motocicleta y el otro en una cuatrimoto, ambos sin la protección fundamental que ofrece un casco. La escena, capturada por testigos presenciales, revela la magnitud del impacto y la vulnerabilidad de los jóvenes ante la falta de protección.

La indignación y la preocupación se palpan en las voces de los adultos presentes. "¿Aquí como siempre, la irresponsabilidad de los jóvenes, no te muevas, quédate ahí!", se escucha la reprimenda de un testigo al menor accidentado, reflejando la frustración ante la reiteración de estas conductas de riesgo. El choque, que dejó una abolladura visible en el lateral del Audi blanco, sirve como un crudo recordatorio de las consecuencias que pueden derivarse de la imprudencia al volante.

Más allá del daño material, la situación plantea interrogantes sobre la responsabilidad y las consecuencias legales para los menores involucrados. El Código Penal establece que los jóvenes entre 12 y 18 años, si bien no son juzgados como adultos, sí pueden ser sujetos a medidas de protección y orientación, e incluso ser considerados penalmente responsables en determinadas circunstancias. La Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes, por su parte, contempla la posibilidad de que los padres o tutores legales asuman la responsabilidad por la reparación del daño, tanto civil como penal, en caso de que se determine la culpabilidad del menor.

Este incidente nos invita a reflexionar sobre la importancia de la educación vial desde temprana edad y la necesidad de inculcar en los jóvenes el respeto por las normas de tránsito. No se trata solo de evitar accidentes y proteger la vida, sino también de fomentar una cultura de responsabilidad y conciencia ciudadana. La supervisión adulta, el diálogo abierto sobre los riesgos y la promoción de alternativas seguras de recreación son fundamentales para prevenir situaciones similares y construir un futuro vial más seguro para todos. La adrenalina de la velocidad no puede estar por encima del valor de la vida. Este accidente, que afortunadamente no resultó en consecuencias más graves, debe servir como una llamada de atención para toda la comunidad.

Fuente: El Heraldo de México