
28 de junio de 2025 a las 01:45
Orquesta bucal: ¿mito o realidad?
La resonancia del beatboxing de Tom Thum va mucho más allá de la imitación de sonidos. En su reciente visita a México, durante el Festival Paax GNP 2025, el artista australiano no solo deslumbró al público con su virtuosismo vocal, sino que también ofreció una profunda reflexión sobre la naturaleza del arte y la creación en la era digital. Su charla con Gerardo Kleinburg, en el marco del Paax Talk, reveló las múltiples facetas de un artista que ha transformado la percepción del beatboxing, llevándolo desde las calles y las batallas de rap hasta los escenarios más prestigiosos del mundo.
Thum, quien saltó a la fama mundial gracias a una charla TEDx con más de 80 millones de visualizaciones, desmitifica la idea del artista tocado por una musa divina. Su camino, según confesó, nació de la combinación explosiva de una infancia hiperactiva y el omnipresente aburrimiento. Dibujaba y, casi sin darse cuenta, comenzó a acompañar sus trazos con sonidos vocales, construyendo un universo sonoro paralelo a sus creaciones visuales. Este proceso, inicialmente intuitivo y espontáneo, se convirtió con el tiempo en un lenguaje propio, una forma única de expresión que trasciende las barreras del idioma.
Aunque reconoce sus raíces en la cultura hip-hop, Thum se resiste a encasillar el beatboxing en un género musical específico. Para él, la voz humana es un instrumento ilimitado, capaz de recrear cualquier sonido imaginable, desde la percusión más tribal hasta la melodía más compleja. "No se trata de imitar, sino de comprender la esencia del sonido", explica. Su enfoque, más cercano a la investigación científica que a la simple reproducción, lo ha llevado a colaborar con músicos de diversas disciplinas, desde orquestas sinfónicas hasta bailarines contemporáneos, demostrando la versatilidad y el potencial del beatboxing como herramienta de creación interdisciplinaria.
Un momento crucial en su carrera fue la grabación de su garganta con una microcámara durante una performance. Lo que comenzó como un simple experimento, despertó el interés de la comunidad médica, revelando la activación de músculos raramente utilizados en el habla o el canto. Este descubrimiento no solo validó la complejidad del beatboxing, sino que también abrió nuevas líneas de investigación sobre las capacidades del aparato fonador humano.
La colaboración, más que la competición, es el motor creativo de Tom Thum. A diferencia de muchos beatboxers que se forman en las batallas de freestyle, él ha buscado el diálogo con otras formas de arte, creando alianzas inesperadas y enriquecedoras. Desde duetos con tenores de ópera hasta performances con coros folclóricos, su trayectoria artística es un testimonio de la potencia del encuentro interdisciplinario.
Ante el inevitable cuestionamiento sobre el impacto de la inteligencia artificial en el futuro del beatboxing, Thum responde con una mezcla de humor e ironía. Si bien reconoce que las máquinas podrían eventualmente imitar su técnica, está convencido de que la esencia del arte humano reside en la imperfección, en la espontaneidad, en la capacidad de sorprender y de aprender del error. "Yo le robé el trabajo a una máquina", bromea, "si me lo roba de vuelta, sería justo".
Para los jóvenes que sueñan con seguir sus pasos, Thum ofrece un consejo tan provocador como honesto: "Estás loco. Pero si lo harías aunque nadie te pagara, hazlo". La pasión incondicional, la necesidad visceral de crear, incluso en el anonimato, son, para él, las claves para una carrera artística plena y significativa. "No compitas, explora. Encuentra tu propio camino, tu propio carril en la autopista, aunque nadie más esté en ella”, aconseja. Y es precisamente esa filosofía, la de la exploración constante y la búsqueda de un lenguaje propio, la que ha convertido a Tom Thum en un referente indiscutible del beatboxing contemporáneo. Su presentación en México, acompañado por La Orquesta Imposible en el concierto "Thum Prints", fue una muestra contundente de su visión artística, una invitación a repensar los límites de la voz humana y a celebrar la infinita capacidad creativa del ser humano.
Fuente: El Heraldo de México