
27 de junio de 2025 a las 03:25
Michoacán: Desminado en marcha
La amenaza invisible que acecha bajo la tierra michoacana ha encontrado un nuevo adversario: los imponentes vehículos desactivadores de artefactos explosivos improvisados. Su presencia, imponente y esperanzadora a la vez, marca un punto de inflexión en la lucha contra las minas terrestres que han sembrado el terror en la región. No se trata solo de máquinas, sino de la promesa de un futuro más seguro para las comunidades que han vivido bajo la sombra del miedo.
El General Juan Bravo, con la firmeza que caracteriza a quien ha dedicado su vida a la protección de la nación, ha confirmado el despliegue de estos titanes de la tecnología en las zonas más afectadas. La 21 Zona Militar, con base en Morelia, y la 43, en Apatzingán, son ahora el hogar de estas máquinas diseñadas para devolver la tranquilidad a los caminos que el crimen ha intentado arrebatar. Ya no serán las brechas sinónimo de peligro, sino de la esperanza de un nuevo comienzo.
En Tingüindín, 18 kilómetros de caminos han sido liberados de la amenaza latente. Kilómetro a kilómetro, estos vehículos avanzan con precisión quirúrgica, desactivando las trampas mortales que se esconden bajo la superficie. La labor es titánica, pero la determinación de las fuerzas armadas es aún mayor. Incluso las inclemencias del tiempo, con las lluvias que dificultan el acceso a ciertas zonas, no han podido detener el avance implacable de estos gigantes de acero. El compromiso es claro: una vez que las condiciones lo permitan, la labor de limpieza continuará sin descanso.
La reciente exhibición de estos vehículos durante el desfile cívico-militar en Tepalcatepec, en el corazón de la Tierra Caliente, fue más que una demostración de fuerza. Fue un mensaje de esperanza para la población, una señal tangible de que la lucha contra el crimen organizado está tomando un nuevo rumbo. La presencia de estas máquinas en el desfile no solo impresionó por su poderío tecnológico, sino que también simbolizó la voluntad inquebrantable de las autoridades de proteger a la ciudadanía.
La Tierra Caliente, una región marcada por la belleza de sus paisajes y la calidez de su gente, ha sido testigo de la crueldad de los grupos delictivos que, en su afán de control territorial, han sembrado minas terrestres a lo largo de los caminos. Esta táctica cobarde, que no distingue entre combatientes y civiles, ha cobrado la vida de inocentes, especialmente de los jornaleros que trabajan en las huertas de limón, quienes día a día se juegan la vida para llevar el sustento a sus familias. Apatzingán, Buenavista, Tepalcatepec… nombres que evocan la riqueza agrícola de la región, pero que también se han teñido con la sangre de quienes han caído víctimas de esta guerra silenciosa.
La llegada de los vehículos desminadores representa una luz al final del túnel. Es un paso firme hacia la recuperación de la seguridad y la tranquilidad en la región. Es la promesa de que los caminos volverán a ser seguros, de que los jornaleros podrán trabajar sin temor a perder la vida, de que las familias podrán transitar con la certeza de que llegarán a su destino. Es, en definitiva, un símbolo de la lucha inclaudicable del Estado mexicano por proteger a sus ciudadanos y devolver la paz a las comunidades que han sido víctimas del terror.
Fuente: El Heraldo de México