
27 de junio de 2025 a las 21:00
Metro en llamas: venganza tras divorcio
La furia silenciosa que culminó en llamas. Un divorcio, la chispa que incendió un vagón de metro en Seúl y dejó a su paso una estela de pánico, heridas y preguntas. Won, un hombre de 67 años, se convirtió en la encarnación del desamor transformado en violencia. Su acto, lejos de ser un impulso aislado, parece haber sido una acción premeditada, un último grito desesperado contra la vida que se le escapaba entre los dedos. La venta de sus propiedades, la cancelación de sus seguros… pistas que dibujan el perfil de un hombre al borde del abismo, dispuesto a arrastrar consigo a quien se cruzara en su camino.
Las imágenes, crudas y perturbadoras, muestran el instante en que la gasolina se convierte en una serpiente de fuego, recorriendo el vagón y desatando el caos. Rostros desencajados, gritos ahogados por el terror, la estampida humana buscando una salida en medio del infierno. Es una escena que nos golpea en el estómago, que nos recuerda la fragilidad de la vida y la imprevisibilidad de la violencia. ¿Qué pasaba por la mente de Won en esos segundos? ¿Qué demonios lo empujaron a sembrar el terror en un espacio público, en un medio de transporte que para muchos representa la cotidianidad, la rutina?
El heroísmo anónimo de los pasajeros y el personal del metro evitó una tragedia mayor. Su rápida reacción, conteniendo las llamas y ayudando a los heridos, demuestra que incluso en los momentos más oscuros, la solidaridad y el valor pueden brillar con fuerza. Sin embargo, la cicatriz de este acto quedará marcada en la memoria colectiva. La línea 5 del metro, testigo silencioso de la desesperación de Won, se convierte en un símbolo de la vulnerabilidad que compartimos, de la necesidad de estar alerta, de cuidar los unos de los otros.
Y mientras Won enfrenta a la justicia, acusado de intento de asesinato y otros cargos, la sociedad surcoreana se enfrenta a una reflexión profunda. ¿Cómo detectar y prevenir este tipo de explosiones de violencia? ¿Qué mecanismos de apoyo existen para aquellos que se sienten al límite, a punto de perder el control? La tragedia del metro de Seúl no es un caso aislado, es un llamado de atención, una invitación a construir una sociedad más empática, más atenta a las señales de alarma que a menudo pasan desapercibidas.
La coincidencia, casi macabra, de la fuga de gas en la estación de la Universidad Nacional de Educación de Seúl, a pocos días del ataque incendiario, nos recuerda la constante amenaza que se cierne sobre nuestras ciudades. Accidentes, actos intencionados… la línea que separa la tragedia de la normalidad es a veces demasiado delgada. Nos obliga a preguntarnos, ¿estamos preparados para enfrentar estas situaciones? ¿Contamos con las herramientas necesarias para prevenirlas y mitigar sus consecuencias?
El caso de Won es un espejo oscuro que refleja la complejidad de la condición humana. Un hombre que lo perdió todo, incluso su propia humanidad. Un recordatorio de que la violencia, en todas sus formas, es un problema que nos afecta a todos y que requiere una respuesta colectiva, una búsqueda constante de soluciones que nos permitan construir un mundo más seguro y más justo.
Fuente: El Heraldo de México