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28 de junio de 2025 a las 02:05
Inundación en Puebla: ¡Autos y personas atrapadas!
La furia de la naturaleza se desató la tarde del viernes 27 de junio sobre la ciudad de Puebla, dejando a su paso un panorama de caos e incertidumbre. Las intensas lluvias, que azotaron la capital poblana sin tregua, transformaron calles y avenidas en ríos caudalosos, atrapando a conductores desprevenidos y poniendo a prueba la capacidad de respuesta de los servicios de emergencia.
La escena en el Boulevard Esteban de Antuñano y la 31 Poniente, a un costado del puente, se convirtió en un símbolo de la precariedad ante la fuerza del agua. Un repartidor, varado en su vehículo, vio cómo la inundación ascendía inexorablemente, amenazando con engullirlo. La imagen del rescatista de Protección Civil, cargándolo en brazos para ponerlo a salvo, ha dado la vuelta a las redes sociales, testimonio de la solidaridad y el valor humano en medio de la adversidad. No es solo una imagen, es la representación palpable del riesgo que enfrentan quienes se ven sorprendidos por estas repentinas crecidas. Imaginen por un momento la angustia de ese trabajador, la impotencia ante la fuerza de la naturaleza, y el alivio al sentir la mano amiga que lo rescata. Una historia que nos recuerda la importancia de la prevención y la necesidad de estar preparados ante los embates del clima.
Mientras tanto, en la Calzada Zavaleta, bajo el puente de la Recta a Cholula, la corriente impetuosa obligaba a los conductores a navegar a ciegas, con el agua llegando hasta niveles alarmantes. La tensión se palpaba en el ambiente, mientras cada vehículo se aventuraba a cruzar, con la esperanza de llegar al otro lado sin percances. ¿Cuántos de ellos, al igual que el repartidor, sintieron el miedo atenazarles la garganta? ¿Cuántos se preguntaron si habrían tomado la decisión correcta al intentar atravesar esa masa de agua embravecida?
Las redes sociales, convertidas en un hervidero de información en tiempo real, se llenaron de imágenes impactantes: la cascada improvisada en el Periférico Ecológico, a la altura de Camino Real, rugía con una fuerza descomunal, mientras las aguas desbordadas del relleno sanitario amenazaban con desatar una tragedia aún mayor. Los videos, compartidos en plataformas como Facebook, Instagram y Twitter, mostraban la magnitud del desastre y servían como una alerta para la ciudadanía, un llamado a la prudencia y a evitar las zonas de riesgo. La viralización de estas imágenes, más allá del morbo, cumple una función social crucial: informar, prevenir y generar conciencia sobre la importancia de respetar la fuerza de la naturaleza.
Protección Civil, con la inmediatez que la situación demandaba, exhortó a la población a extremar precauciones, especialmente a los más vulnerables: niños y adultos mayores. La recomendación no se limita a evitar las zonas inundadas, sino también a prepararse para posibles contingencias: tener a mano un kit de emergencia, establecer un punto de encuentro familiar en caso de evacuación, y mantenerse informados a través de los canales oficiales.
La lluvia, que en principio es sinónimo de vida y renovación, se convirtió en un agente de caos y destrucción. Las autoridades trabajan a contrarreloj para evaluar los daños y brindar apoyo a los afectados. Sin embargo, más allá de las cifras y las estadísticas, queda la huella imborrable de la experiencia vivida, el recordatorio de que la naturaleza, en su inmensidad y poder, es una fuerza que debemos respetar y con la que debemos aprender a convivir. La pregunta que queda en el aire es: ¿estamos realmente preparados para enfrentar los desafíos que el cambio climático nos impone? La respuesta, sin duda, está en nuestras manos.
Fuente: El Heraldo de México