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28 de junio de 2025 a las 01:55

Desgarrador final de El Juego del Calamar: su creador lo explica

Más allá de la brutalidad y la desesperación que tiñen cada rincón de "El Juego del Calamar", se esconde una chispa de esperanza, una llama tenue que parpadea en la oscuridad. Hwang Dong-hyuk, el arquitecto de este perturbador universo, nos invita a mirar más allá de la sangre y el sacrificio, a encontrar la luz en la oscuridad más profunda. No se trata simplemente de un juego macabro, sino de una reflexión sobre la resiliencia del espíritu humano, de la capacidad de encontrar la bondad incluso en los escenarios más desoladores.

Imaginen por un instante el peso de la desesperación que empuja a los jugadores a participar en un juego mortal. La promesa de una fortuna se convierte en el único faro en un mar de deudas y angustias. ¿Qué queda de la humanidad cuando la supervivencia se convierte en el único objetivo? Hwang nos responde con un susurro de optimismo: la esperanza. Aunque parezca enterrada bajo capas de violencia y traición, persiste, latente, esperando ser descubierta.

La figura del niño, presente a lo largo de la narrativa, no es un simple elemento decorativo. Es el símbolo del futuro, de la inocencia que se aferra a la vida a pesar del horror que la rodea. La protección feroz que Gi-hun le brinda a la pequeña Jun-hee no es un acto aislado, sino la representación de la responsabilidad que tenemos con las futuras generaciones. Es un llamado a la acción, un recordatorio de que incluso en el abismo más profundo, la esperanza puede florecer.

El amor maternal, encarnado en la figura de Jun-hee, se erige como un faro en la tormenta. Un amor inquebrantable, capaz de trascender las barreras del juego, de la muerte misma. Jo Yu-ri, la actriz que da vida a este personaje crucial, lo describe como una fuerza poderosa e indestructible, un testimonio de la capacidad del ser humano para amar incluso en las circunstancias más extremas.

Piensen en la trayectoria de Gi-hun, el protagonista que se adentra en el juego como un hombre desesperado y emerge transformado. Su viaje es un reflejo de la propia evolución del espectador, un proceso de descubrimiento que nos lleva a confrontar la oscuridad y a buscar la luz. La lucha interna de Gi-hun, sus dilemas morales y su determinación por proteger a la pequeña Jun-hee, son un espejo en el que podemos ver reflejada nuestra propia humanidad.

"El Juego del Calamar" no es simplemente una serie de televisión. Es una experiencia visceral, un viaje al corazón de la condición humana. Es una invitación a reflexionar sobre nuestras propias decisiones, sobre la fragilidad de la vida y la fuerza del espíritu. Es una obra que nos desafía a encontrar la esperanza en la oscuridad, a aferrarnos a la luz que aún brilla en el abismo. Y es, en definitiva, un recordatorio de que incluso en el juego más cruel, el amor y la esperanza pueden prevalecer. No se trata de un final feliz, sino de una posibilidad, una pequeña grieta en el muro de la desesperación por la que se puede filtrar la luz de un futuro mejor. Un futuro que, al igual que la pequeña Jun-hee, necesita ser protegido a toda costa.

Fuente: El Heraldo de México