
28 de junio de 2025 a las 01:45
Descubre si eres una "pick me girl" (con ejemplos)
En la era digital, donde las redes sociales se convierten en un espejo deformante de nuestra realidad, ciertas conductas femeninas, antes susurradas en los márgenes, se amplifican y adquieren una nueva dimensión. El fenómeno de la "pick me girl", aunque no es nuevo en esencia, ha encontrado en plataformas como Instagram o TikTok el terreno fértil para su proliferación. Hablamos de mujeres que, consciente o inconscientemente, buscan la validación masculina a cualquier precio, incluso si eso implica menospreciar o ridiculizar a otras mujeres. No se trata simplemente de preferir la compañía masculina, sino de construir una identidad basada en la negación de la propia feminidad, presentándose como "no como las otras chicas", una suerte de excepción a la regla, más afín a los intereses y perspectivas masculinas.
Esta búsqueda desesperada por ser "elegida", por destacar entre la "masa femenina", se traduce en comentarios despectivos hacia comportamientos o intereses tradicionalmente asociados a las mujeres, desde el maquillaje hasta las telenovelas, pasando por la misma idea de la sororidad. Se construye una falsa dicotomía: o eres una "pick me" adaptada al mundo masculino, o eres una de "esas otras chicas", presas de la superficialidad y la frivolidad.
Pero este fenómeno no surge de la nada. Es la manifestación contemporánea de una larga historia de rivalidad femenina fomentada por el patriarcado. Un sistema que, como brillantemente analiza Bell Hooks, nos ha enseñado a competir por los escasos recursos, por la atención masculina, fragmentando la sororidad y debilitando nuestro potencial colectivo. Las redes sociales, con su sistema de likes y seguidores, no hacen más que exacerbar esta dinámica, convirtiendo la validación masculina en una moneda de cambio para la autoestima. La presión por encajar, por ser aceptada, se intensifica en un entorno donde la imagen y la popularidad se convierten en medidas de valor.
Identificar estas conductas no se trata de señalar con el dedo o de generar nuevas divisiones. Es una invitación a la reflexión, a la deconstrucción de la misoginia internalizada que, en mayor o menor medida, todas hemos absorbido. Reconocerse en algunas de estas actitudes no es una sentencia, sino una oportunidad para cuestionar nuestras motivaciones. ¿Por qué necesito diferenciarme tanto? ¿De dónde viene esta necesidad de aprobación masculina? ¿Estoy construyendo mi identidad en oposición a otras mujeres?
El camino hacia la liberación pasa por la construcción de una autoestima sólida, arraigada en nuestros propios valores y no en la mirada ajena. Implica reconocer la fuerza de la sororidad, entender que la unión y el apoyo mutuo son las verdaderas herramientas para desmantelar el patriarcado. No se trata de uniformarnos ni de renunciar a nuestra individualidad, sino de construir un espacio donde todas las expresiones de la feminidad sean válidas, donde la diferencia no sea sinónimo de competencia, sino de riqueza. Porque la verdadera revolución no se construye a costa de otras mujeres, sino junto a ellas.
Fuente: El Heraldo de México