
26 de junio de 2025 a las 04:15
No te arriesgues: tormentas y agua, ¡mala combinación!
En la Ciudad de México, la imponente silueta de sus rascacielos contrasta con la furia creciente de las tormentas eléctricas, un fenómeno cada vez más frecuente en las temporadas de lluvia. Si bien estas estructuras metálicas actúan como gigantescos pararrayos, atrayendo las descargas eléctricas, la seguridad dentro de nuestros hogares no está del todo garantizada. La creencia popular de que los edificios nos protegen completamente de los rayos es un mito que debemos desmitificar.
El Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos nos alerta: una tormenta eléctrica es un baile electrizante de nubes cargadas, un espectáculo de la naturaleza que puede ser tan breve como media hora, pero con la capacidad de descargar múltiples rayos en un mismo punto. Si bien la probabilidad de ser alcanzado por uno de estos dardos de energía es baja (1 en 600,000), las consecuencias para quienes sufren este impacto pueden ser devastadoras y dejar secuelas permanentes.
Y aunque la seguridad de nuestro hogar nos ofrece un refugio aparente, el peligro no desaparece por completo. De hecho, uno de cada tres casos de impacto de rayo ocurre dentro de las viviendas. ¿Por qué? La respuesta radica en la forma en que la energía del rayo se propaga. Al impactar en una estructura, la descarga eléctrica se distribuye a través de las tuberías, el cableado y cualquier elemento conductor, incluyendo el agua.
Por lo tanto, ducharse durante una tormenta eléctrica es una actividad de alto riesgo. El agua, excelente conductor de la electricidad, se convierte en un peligroso aliado del rayo. Imaginen: el agua cayendo sobre nosotros, conectada a una red de tuberías metálicas que recorre todo el edificio, se convierte en un camino directo para la descarga eléctrica. Las consecuencias pueden ser fatales.
Y no solo la ducha: lavar los trastes, la ropa o incluso lavarse las manos también se convierten en actividades peligrosas durante una tormenta eléctrica. Cualquier contacto con el agua, en estas circunstancias, aumenta significativamente el riesgo de sufrir una descarga eléctrica.
De igual manera, el uso de aparatos electrónicos conectados a la corriente eléctrica, como computadoras o celulares mientras se está conectado al cargador, incrementa el peligro. La energía del rayo puede viajar a través del cableado eléctrico y alcanzar a la persona que esté utilizando estos dispositivos. Incluso recostarse en el piso, especialmente si está alfombrado, o acercarse a ventanas y puertas, aumenta las probabilidades de ser afectado por la descarga.
Entonces, ¿qué hacer durante una tormenta eléctrica? La respuesta es simple: esperar. Desconectar los aparatos electrónicos, alejarse de las ventanas y puertas, evitar el contacto con el agua y esperar a que la tormenta pase. La ducha puede esperar. Su seguridad es lo primero. No hay pretexto que valga cuando se trata de proteger nuestra vida. Bañarse es un placer, sí, pero un placer que puede esperar a que la furia eléctrica de la tormenta se disipe y el cielo vuelva a la calma. La paciencia, en este caso, es sinónimo de prudencia.
Fuente: El Heraldo de México