
26 de junio de 2025 a las 09:10
Exige respeto, no disculpas.
La trama se complica. Lo que parecía una simple disputa diplomática entre México y España, aderezada con la exigencia de disculpas históricas, se revela ahora como un turbio escenario de corruptelas y manejos sospechosos que salpican a ambos lados del Atlántico. El “caso Koldo”, ese escándalo que ha puesto en jaque al gobierno español, resulta tener tentáculos que se extienden hasta el Tren Maya, el proyecto estrella de la administración de López Obrador.
Las empresas españolas INECO, AZVI y ACCIONA, ya señaladas por irregularidades en su país de origen, consiguieron contratos jugosos en México para la construcción del ambicioso ferrocarril. ¿Casualidad? ¿O una estrategia premeditada? La visita de alto nivel de funcionarios españoles en 2019, justo antes de la adjudicación de los contratos, despierta suspicacias y nos obliga a cuestionar la transparencia del proceso. Lo más inquietante es que nadie, del lado mexicano, pareció interesarse por los antecedentes de estas empresas. ¿Acaso no importaba? ¿O es que ya se sabía el destino final de estos contratos?
La 4T, con su ya conocido modus operandi, finalmente rescindió los contratos con las empresas españolas, argumentando incumplimientos y sobrecostos. Y como si se tratara de un juego de manos, las obras fueron reasignadas a empresarios mexicanos “amigos” y a la Secretaría de la Defensa Nacional. Una jugada maestra para “patear el bote” y culpar a los españoles de todos los males. ¿Les suena familiar? El mismo guión se repitió con Iberdrola. Primero, las acusaciones de corrupción; después, la compra forzosa de sus plantas a un precio exorbitante; y finalmente, una gestión desastrosa por parte del gobierno mexicano.
Todo apunta a un patrón: las grandes obras de infraestructura se convierten en botín para el enriquecimiento de los allegados al poder. Primero, se exige a España una disculpa histórica; después, se critica a Iberdrola y se le expulsa del mercado mexicano; mientras tanto, “por debajo de la mesa”, se hacen negocios con empresas españolas para el Tren Maya. Y al final, una vez que han cumplido su función como inversionistas, se les desecha y se entrega el control a la Defensa Nacional. Un mundo al revés donde México, en lugar de exigir disculpas, debería ofrecerlas, tanto a los mexicanos como a los españoles, por su complicidad en este juego de corrupción e impunidad.
Las "coincidencias" entre el caso Koldo y la realidad mexicana son escalofriantes. Desde choferes convertidos en empresarios con sospechosas fortunas, hasta la influencia de figuras políticas en las altas esferas del poder. Los audios filtrados, las investigaciones inconclusas, los nexos con el chavismo… La lista es larga y deja al descubierto un sistema podrido donde la impunidad es la norma. ¿Será que algún día en México se dirá: “No es el caso Tren Maya, no es el caso Dos Bocas… es el caso Morena”?
El enojo de López Obrador con España cobra un nuevo significado a la luz de estos acontecimientos. ¿Fue una pantomima? ¿Un enojo genuino por la falta de resultados de las corruptelas? ¿O una simple estrategia para justificar la entrega de las obras a la Defensa? Y la pregunta clave: ¿qué papel jugó Pedro Sánchez en todo esto? ¿Su silencio ante las exigencias de disculpas de AMLO fue a cambio de algún “negocio” turbio? Al parecer, para estos socialistas a ambos lados del Atlántico, el verdadero rey es el dinero.
Fuente: El Heraldo de México